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XXXIV MISIÓN JÓVENES ESPINO
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MISIÓN EN LA MISIÓN

¿Qué es un misionero? ¿Qué es la misión? ¿Quiénes son los redentoristas? ¿Quién, cuándo, dónde, cómo, por qué… existen los redentoristas? ¿Cuál es su carisma? ¿Qué son las misiones populares? ¿En qué consisten…? Son algunas de las preguntas que normalmente se hacen en las “microcápsulas” (pequeños grupos de formación que tienen lugar en las tardes de la Misión Joven de El Espino) durante El Espino, especialmente en las de contenido misionero y solidario.

Es curioso que la mayoría de los jóvenes que vinieron al grupo de Misión, y que normalmente durante todo el curso participan en comunidades redentoristas, no supiesen mucho de “San Alfonso”, de “Misión Popular”, de “Scala”, de “1732”, de “cabreros, pobres y abandonados”, de “CESPLAM”, de “Renovación de la Misión”, de “Asambleas Familiares Cristianas (AFC)”….

Durante el tiempo que duró la “microcápsula” hubo tiempo para hablar de todo ello, pero lo más importante, hubo tiempo para ponernos en acción, para gustar y saborear de manera real y práctica el gusto por la misión in situ.


Por ello nos desplazamos hasta uno de los pequeños pueblos cercanos a El Espino, hasta Santa Gadea del Cid, y allí realizamos el anuncio misionero. Fuimos por sus calles, saludando a la gente, y compartiendo algo de lo que estábamos viviendo esos días en la Misión de El Espino, haciendo nuestra la expresión que tanto repite el Papa Francisco de “una Iglesia en salida”. Compartíamos así la alegría de la fe con la gente sencilla de la zona rural. Especialmente hermosa fue la experiencia de vivir una improvisada asamblea familiar, con familiares y vecinas de nuestras amigas de El Espino, Chelo y Encarna, que abrieron su cochera para el encuentro. Allí compartimos historias de familia, del pueblo, fiestas, tradiciones, y religiosidad. Compartimos la juventud y la experiencia, los trabajos pastorales y los profesionales, los sueños y las esperanzas….la vida… incluso unos deliciosos dulces típicos con los que las lugareñas obsequiaron a los jóvenes misioneros que habían ido a su encuentro.

No sabemos si los jóvenes recordarán algo de San Alfonso, de Scala, de 1732, del Cesplam o la misión popular, pero lo que sí han vivido es la cercanía, la benignidad, la fraternidad, la escucha, la calidez del encuentro con la gente sencilla durante la misión.

Una grata experiencia ésta de vivir la Misión dentro de la Misión, que deseamos poder repetir en otras ocasiones.

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