ENTREVISTA AL P. JOSEPH TOBIN

Entrevista al P. JOSEPH WILLIAM TOBIN; Superior General de la Congregación del Stmo. Redentor

P. Octavio: P. Tobin, ¿cómo presentarías de una manera global y sintética nuestra Congregación?

J. Tobin: Se habla de tres clases de mentiras: las grandes, las pequeñas y las de las estadísticas. Yo aseguro que somos unos 5.500 cohermanos profesos. Estamos presentes en 77 países. Esto supone un arco iris de culturas, situaciones, logros y derrotas. Me gusta la imagen del arco iris por su diversidad de colores emitiendo luz y belleza, en nuestro caso la belleza de la Congregación y la luz de Cristo Redentor que nos sigue alumbrando según la inspiración original de San Alfonso.
Por supuesto que tenemos desafíos: En Europa occidental, cómo mantener nuestra identidad y el sentido de nuestra misión en un medio sumamente secularizado; en Europa oriental, cómo reconquistar la confianza entre cohermanos que tuvieron que vivir bajo un sistema que la destruyó; en África, las diversas etnias y la cuestión económica; en América Latina, la vida consagrada ha entrado en un cierto invierno, han caído el optimismo y las grandes ilusiones de los años 60-70, aunque nosotros tenemos crecimiento; en Asia, el diálogo entre las grandes religiones, los pobres y las culturas tan diversas; en América del Norte vivimos una situación similar a Europa, pero no del todo, porque al menos en EE. UU. la Iglesia católica está creciendo aunque el número de religiosos está bajando.

P. Octavio: ¿Qué valoración haces de nuestra Congregación en la actualidad? ¿Cre es que estamos respondiendo debidamente a nuestro carisma y misión?

J. Tobin: Los últimos Capítulos Generales han pretendido que los congregados valoremos nuestra originalidad. En el pasado hemos sido un poco «domesticados» como si lo nuestro fuera ser meros sacerdotes que viven en comunidad. Creo que estamos redescubriendo la originalidad de la inspiración carismática de San Alfonso. Necesitamos cuestionarnos; nunca hemos de quedar satisfechos; las situaciones cambian y hemos de responder a las urgencias pastorales. A veces somos víctimas de los éxitos del pasado porque quedan como marco de referencia; sin embargo, las nuevas situaciones posmodernas deben ser un motivo de gran alegría para nosotros porque constituyen una invitación a movernos, a respirar, a vivir carismáticamente como debemos.

P. Octavio: En tu consideración, ¿qué nos piden la Iglesia y la sociedad de hoy a los redentoristas?

J. Tobin: Nuestro reto mayor es ir adonde la Iglesia no puede o no quiere ir. A los ambientes culturales de marginación con la Buena Nueva de Jesucristo. La gente tiene derecho a conocer la maravilla humana que es Jesucristo. Para ello, la metodología de evangelización tiene que cambiar.

Otro reto muy coherente con nuestra historia y con la inspiración original de San Alfonso es la “presencia” en medio de la gente marginada. Cuando nuestro fundador presenta la originalidad de la Congregación para ser aprobada no remarca que lo más original nuestro sean las misiones itinerantes  sino la «presencia » en medio de los pobres. Considera San Alfonso que los suyos no salen de un lugar alejado del ambiente pobre para predicar y después vuelven a sus casas; nuestras casas se construían a propósito en medio de los pobres. Éste es un gran desafío, sobre todo donde las fundaciones se han hecho casi sempiternas.

P. Octavio: ¿Qué Unidades de la Congregación consideras más dinámicas y por qué?

J. Tobin: Puedo destacar Unidades que viven con grandes presiones sociales, como Vietnam que cuenta actualmente con unos 242 profesos; soportan si no una persecución abierta, sí unos límites muy fuertes; a pesar de ello los congregados no pierden ocasión para evangelizar; muchos han estado encarcelados; en verdad, el coraje de estos cohermanos me deja muy impresionado. Puedo mencionar también, en otro contexto, a la Provincia de Australia, que es una Unidad envejecida, con pocas vocaciones, pero que colabora en la Misión en la República Popular de China; esto da esperanza a los cohermanos australianos: aunque sea en la vejez, están ilusionados con “engendrar” nuevos hijos. Tenemos también la suerte de poder servirnos de medios muy válidos como son los grandes santuarios de Brasil (Aparecida acoge a ocho millones de peregrinos por año, con recursos añadidos como la editorial, la radio y la televisión); hay una Provincia en Brasil con diez emisoras de radio. Todos éstos son síntomas de que la Congregación se mueve para responder a nuevos desafíos. En América del Norte se acoge a emigrantes; hay lugares donde los domingos se celebra la misa en español, inglés y chino.

P. Octavio: ¿Dónde tiene la Congregación más dificultades y por qué?

J. Tobin: Es una dificultad real la falta de vocaciones. Esto nos preocupa en Europa occidental, sobre todo en Holanda, Bélgica, Francia. Por otra parte, pienso que a veces nos encontramos inculturados, pero sin cuestionar los «valores» dominantes de la cultura. Nos debemos inculturar, sí, pero teniendo claro el objetivo de evangelizar la cultura. Si no evangelizamos dentro de la inculturación, corremos el riesgo de perder nuestra identidad.

P. Octavio: Aunque ya has comentado algo, ¿qué opinas de los redentoristas europeos y más en concreto de nosotros los españoles?

J. Tobin: Realmente tengo que decir que desde mi primera visita a España, hace catorce años, siempre que he venido, he encontrado una acogida muy buena. Me atraen la pasión y la transparencia de los españoles. En cuanto a esta Provincia española de redentoristas, creo que ha sido una cuna de esfuerzos grandísimos en la historia de nuestra Congregación. He visto con mis propios ojos muchas cruces de Misión sembradas por cordilleras y valles de Centroamérica, Colombia, Ecuador, Venezuela, México. Cuando era joven oía a los mayores de mi Provincia hablar de los valientes misioneros españoles que en los años 30-40 iban a Texas con el fin de conseguir una nueva identidad y así poder evangelizar en México, dadas las condiciones que entonces se vivían en este país. También me hablan en Singapur del P. Campos y del P. Arnaiz y de otros antiguos misioneros en China. Ciertamente la Provincia española destaca por un pasado muy glorioso. Incluso veo que ahora tiene muchas posibilidades porque tiene una franja de redentoristas jóvenes y presencias entre los jóvenes.

P. Octavio: Los redentoristas españoles no sólo trabajamos aquí; también los hay en países de Latinoamérica y África. ¿Cómo valoras su labor misionera?

J. Tobin: Bueno, junto a éstos yo menciono a los redentoristas españoles que trabajan en Roma. Aprecio mucho su colaboración en los servicios del Gobierno General. Y yendo a los otros, valoro, por ejemplo, el heroísmo del P. José Mª Montes llevando a cuestas la Misión redentorista en Costa de Marfil. Recuerdo al P. Carlos Martínez De Fez que dio su vida por la Redención abundante en África. Pienso, así mismo, en los que están llevando a cabo en Lima una presencia muy fecunda en medio de los pobres, no sólo con servicios de pastoral directa, sino también en el campo de la Teología Moral como es el caso del P. Francisco Moreno Rejón. Pienso también en los redentoristas españoles que han venido acompañando a los jóvenes venezolanos, etc. Creo, por tanto, que en la Provincia española hay mucha agua fresca, pero hay que saber verterla. Después de los cambios que se han dado aquí se puede correr el peligro de cerrarse por miedo, inseguridad o incertidumbre, y convertirse en un “mar muerto” donde entra agua fresca, pero, al no salir hacia ninguna parte, muere. Espero que la Provincia española siga buscando nuevos ámbitos donde verter su agua fresca al servicio de la Redención.

P. Octavio: Cuantos pertenecemos a la Familia redentorista simpatizamos con María del Perpetuo Socorro. ¿Qué nos dices tú al respecto?

J. Tobin: Como todos los redentoristas, yo tengo un trato muy personal con la Virgen del P. S. Creo que mi vocación nació cuando de niño iba con mí papá a las novenas del Perpetuo Socorro. Pero quiero transmitir sobre todo un deseo que siempre me dirigía el Papa Juan Pablo II al final de las audiencias personales que tuve con él. Me decía: “Padre General, lleve mis saludos a la Virgen del Perpetuo Socorro”. También le tuvo desde niño una devoción muy inculcada por su mamá. Comparto, además, con todos los redentoristas españoles el valor y la gracia que da esta imagen de María: por ejemplo, en Manila (Filipinas) 120.000 personas se reúnen cada miércoles en nuestra iglesia, a lo largo de la jornada, para la novena; en Singapur, los sábados se reúnen unos 30.000, de los cuales la mitad no son cristianos, pero acuden atraídos, según ellos, por la imagen de la Señora de Misericordia. Podría citar otros santuarios con mucha afluencia de fieles desde la mañana hasta el anochecer, sobre todo los sábados.
Yo creo que este icono, que nos dio el Papa Pío IX, constituye para nosotros un gran desafío porque muestra un mensaje: Dios vuelve a ser niño, se le puede llevar en las manos (presencia eucarística), Él sufre, como simbolizan los instrumentos de la pasión, y hay una Madre que nos acompaña.

P. Octavio Hidalgo CSsR
Director de la Editorial Perpetuo Socorro

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