EL CESPLAM POR LA SERRANÍA DE RONDA (MÁLAGA)

EL CESPLAM POR LA SERRANÍA DE RONDA (Málaga)
Gaucín, Benarrabá y la Estación de Gaucín
(17 de Noviembre a 3 de Diciembre)

Uno de los primeros datos históricos que encontramos sobre esta zona la encontramos allá por el año 1309. Este año murió en la sierra de Gaucín el ilustre Guzmán el Bueno, aquel hombre que defendió el castillo del acoso de los moros en Tarifa, ofreciendo la vida de su propio hijo capturado.

Hace 500 años salió un decreto del palacio arzobispal de Sevilla mediante el cual se constituía como parroquia el templo de Gaucín. Surge en tiempos de los árabes sentado en la sierra del Hacho, entre Ronda y Algeciras, al sur de la sierra de Grazalema. Los nombres de los pueblos de alrededor delatan su origen: Benarrabá, Genalguacil, Algatucín, Jubrique, Benalauría.

En dos de estos pueblos, Gaucín y Benarrabá, más la Estación de Gaucín, que se constituyó como pueblo hace más de 100 años gracias al paso del ferrocarril de Ronda a Algeciras, hemos celebrado la Santa Misión. Allí hemos estado, del 17 de Noviembre al 3 de Diciembre, cinco redentoristas y un oblato de María Inmaculada.

El párroco, muy conocido de los redentoristas, José Morales Melguizo, incorporado plenamente desde hace poco a la diócesis de Málaga, ha querido hacer presente la fecha histórica de los 500 años con una misión en los pueblos que tiene a su cargo.

En Gaucín, con 1700 habitantes, nos encontramos con la parroquia de San Sebastián. Aquí se venera el famoso Niño con quien se encontró un joven, que tiempo después sería San Juan de Dios. El niño le entregó una granada al tiempo que le dijo: “Granada será tu cruz”.

En Benarrabá, con 500 habitantes, su parroquia está dedicada a Ntra. Sra. de la Encarnación.

Y nos queda la Estación, parroquia de Santiago el Mayor, con 350 habitantes.

La misión estaba muy bien preparada, ya que el párroco, después de 20 años en el Cesplam, bien sabía cómo prepararla. Se programaron bien las asambleas familiares cristianas, el hospedaje de los misioneros, etc.

La 1ª semana de Asambleas Familiares resultaron muy bien en los tres centros. Se formaron 15 asambleas en Gaucín, 5 en Benarrabá y 3 en La Estación. Gracias a las asambleas se hizo posible el diálogo y un mayor acercarmiento entre los vecinos. Se compartía con verdadera familiaridad.

En la 2ª semana de misión, semana de la predicación del kerigma, bajó un poco la asistencia. Varias pueden ser las razones de esta situación. Son pueblos de sierra, lo cual significa que si no subes es que bajas, no hay ni una calle horizontal. El clima no ha favorecido la movilidad de la gente. Mucho frío y lluvias (después de la sequía, la lluvia llegó con la Misión). Y finalmente, es necesario cosiderar que que la mayor parte de la población son personas de edad bien madura. Para ellos el desplazamiento a los templos, a última hora de la tarde, les resultaba un poquito complicado. A las asambleas sí que asistían, porque las tenían relativamente cerca, pero los templos no estaban precisamente en el centro del pueblo.

Uno de los objetivos que se propuso el párroco con la misión se cumplió: que las personas de las tres comunidades comenzaran a reunirse como grupos de reflexión y formación. En los tres pueblos casi todas las asambleas familiares han mostrado su deseo de seguir reuniéndose, por lo que el P. Pepe tiene por delante la tarea que deseaba.

En la clausura de Misión en Gaucín se hizo presente el Sr. obispo D. Antonio Dorado. Gran parte de los parroquianos le recibió con cariño e interés al tiempo que le mostraban el templo, ya que que necesita un arreglo de tejado lleno de grietas y goteras. En la homilía, el Sr. obispo, hizo una alusión al diálogo del Señor con San Francisco de Asís: “Francisco, tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas”. Francisco pensó en el templo ruinoso aunque era la comunidad eclesial la realmente necesitada. Del mismo modo la Misión sirve para «reparar» la comunidad parroquial, puesto que la reparación material tendrá que venir después.

Con palabras de agradecimiento por parte de los misioneros, del párroco y por supuesto de D. Antonio Dorado, se terminó la misión con unos pinchos y bebidas en el salón parroquial.

Los misioneros nos fuimos, pero los cerdos ibéricos y no tan ibéricos de donde se sacan exquisitos alimentos, siguen campando a sus anchas por aquellos montes “de María Santísima”

P. Juan Bautista Jáñez CSsR