Domingo II de Navidad: Elegidos y destinados, hijos de la gracia y la Verdad.

 

Efesios. “Él os eligió, él os ha destinado a ser sus hijos… por eso, no ceso de dar gracias por vosotros, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos”.

San Pablo a los Efesios les recuerda su vocación cristiana. Habéis sido elegidos y destinados por Dios a ser sus hijos. Pido a Dios que os dé sabiduría y revelación para conocerlo, para descubrir la esperanza a la que os llama, vuestra vocación, vuestra manera de gastaros por el reino. Sois hijos y esto os hace también estar llamados a colaborar en la familia, a sumaros a “los trabajos del Padre”. Está bien que a inicio de año nos recordemos esta conciencia de elegidos y amados, destinados por Dios a colaborar con él en todo. Partícipes de su misión y de su esperanza.

Evangelio de Juan: “Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo”.

El Verbo encarnado, la Palabra de Dios que nos habla en nuestro dialecto, humanamente en Jesús. Nos hace recibir gracia tras gracia. Nos da los dones de su Padre amado. Y es que Juan Evangelista y el Bautista lo identificaron bien: Jesús es el que trae la gracia y la verdad, no la ley.

Como discípulos de Jesús estamos llamados a vivir desde la gracia y la verdad. Capaces de reconocer y pedir su gracia, capaces de verla en nosotros y en el prójimo actuando. Y también viviendo en una dinámica de gracia que busca la verdad, busca hacer nuestra vida más sincera y coherente, más integrada y alineada con la fe que profesa. ¿Vivo yo desde la gracia, reconociendo los dones de Dios en mí y en mi alrededor o sigo viviendo desde la ley? ¿Vivo buscando la verdad o me creo que ya sé cuál es la verdad y que no tengo nada que buscar?

Tengamos cuidado porque esto de creer que ya sé cuál es la verdad y que la poseo es propio de los fanáticos, de gente fundamentalista, que en nombre de la verdad humilla y pisotea, olvida la más importante de las virtudes que es la caridad, la que más nos identifica con Jesús. Mejor vivamos en una humilde y serena búsqueda de la Verdad. Y sabiendo que Dios ya ha puesto su gracia en mí a través de Jesucristo.

Víctor Chacón, CSsR