05 Nov Domingo 9 nov. Dedicación de la Basílica de Letrán y Fundación Redentorista: Sois edificio de Dios. Mire cada uno cómo construye.

La Basílica de San Juan de Letrán es la Catedral de Roma erigida en el año 320, “madre de todas las iglesias” y ahí está la cátedra de su obispo, que es el Papa, aunque ahora tenga la residencia en San Pedro del Vaticano (construida entre 1506 y 1526). Es símbolo de la autoridad y el magisterio de Pedro y sus sucesores, los Papas, y con su enseñanza representando el liderazgo espiritual de la Iglesia Católica. De ahí se deriva la palabra “ex cáthedra”, cuando el papa habla desde su cátedra, en esta basílica de San Juan de Letrán, para todos los católicos, en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro y en virtud de su autoridad apostólica (Fuente: dominicos.org).
El salmo 45 de este día nos hace caer en la cuenta de algo interesante. “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar”. La importancia no es el templo en sí, sino Dios y nuestra relación con él. Por eso el drama no está en perder los templos, ni la gloria en tener más templos o más restaurados y mejor decorados. El drama está en no tener relación con Dios, no sentirle como refugio ni fuerza, no sentir ni apoyarnos en su defensa. Cierto que esta relación con Dios tiene un lado interno y personal (que podríamos llamar espiritual), y otro externo y comunitario, que serían las manifestaciones externas de la fe: tanto el culto como la caridad y obras de misericordia (ya que estas también son obras de fe y espirituales, necesarias, imprescindibles diría yo, para sostener en coherencia la oración).
Corintios: Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? “Sois edificio de Dios” nos recuerda Pablo. Eso quiere decir por un lado que somos sagrados, poseemos su Espíritu Santo. Por otro, que nuestra vida se ordena a Dios, se dirige hacia Él. De Él venimos y a Él vamos. Pero Pablo reconoce algo interesante, nos pasa como a las grandes catedrales, como a la Sagrada Familia por ejemplo: Gaudí la empezó, pero fueron otros arquitectos los que la siguieron levantando. Pablo dice: “yo puse los cimientos, luego vinieron otros”. Estaos atentos, por favor. Revisad bien cómo construye cada uno. No todos los arquitectos (catequistas, sacerdotes, religiosas…todas las influencias que hayamos tenido) tienen la misma pericia, sabiduría o santidad… A veces hay que desmontar partes y volver a construir con solidez. O volver al proyecto original como con Gaudí. Pero cuidado: más antiguo no siempre quiere decir más verdadero. La cantante Mercedes Sosa denunciaba que hay quienes “sirven pasado en copa nueva” y sí, parece moderno y bonito, pero el contenido es antiguo y rancio. Ojo con esto.
Jesús encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.» Me parece interesante y muy formativo descubrir lo que enfada a Jesús. Y a Jesús le enfada que se use el lugar sagrado para otros fines, que se pervierta su sentido y no se dedique a Dios sino a comercio y provecho humano. Enriqueciéndose con el cambio de moneda y con la venta de animales. Lo que Dios ofrece gratis, su perdón, era objeto de comercio humano y de abuso de la gente humilde. Esto enfada a Jesús, de ahí el grito: “no convirtáis en un mercado la casa de mi padre”. El perdón de Dios es don precioso, gratuito y generoso. Comerciar con ello enfada a Jesús con toda razón. Es apropiarse de su misericordia y en esto no hay derecho humano que pueda legislar. Estamos en las benditas manos de Dios. Necesitamos cuidar el templo de gracia que somos, valorarlo y dignificarlo, nunca dañarlo ni menospreciarlo.
Víctor Chacón, CSsR