10 Dic Domingo III de Adviento (Gaudete): “Fortaleced los corazones, ¡Dios está cerca!”

Isaías 35, decid a los inquietos: «Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará». La cercanía de la Navidad toma cuerpo en este domingo de la alegría. Tenemos motivos para estar alegres. Dios no envía un emisario o subalterno a traer su mensaje y proyecto de salvación sino a su propio Hijo, viene en persona. Quiere darle toda la importancia al acto y por eso se hace presente. Hoy valoramos esta presencia Real y humana de Dios entre nosotros. Jesús no fue de “diva del rock”, no era lejano e intocable. Nadie que quisiera verle, se quedó con las ganas. Su vida tuvo tiempo suficiente para colmar las ansias de perdón, paz y salvación de muchas personas. Me parece importante que revisemos nuestra presencia, las personas y cosas donde no faltamos pase lo que pase. Y los lugares de donde hemos desaparecido, adonde ya no voy ni quiero ir. Indaga en tus motivaciones. ¿Estás donde debes estar? ¿Estás donde se te necesita? ¿O estás donde te sientes más cómodo y nadie te lleva la contraria, donde nadie te confronta?
Carta de Santiago, “esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca”. El apóstol Santiago usa la imagen de la tierra y la semilla para hablar de la venida del Señor. También tú, en tu vida, necesitas sembrar y esperar, regar y mimar, crear las condiciones donde Dios sea escuchado y recibido. Para ello la paciencia es necesaria. Entender que la vida es proceso, camino, proyecto… la ansiedad por verlo terminado no va a agilizar nada. Y muchas veces, las prisas no son buenas, juegan en contra de hacer algo valioso, bello y verdadero. Las cosas buenas (en la cocina, en la ingeniería o donde sea) se hacen poco a poco, paso a paso, con calma. Fortaleced vuestros corazones, calmad su ansiedad. El tiempo de espera es tiempo para alimentar el deseo, para valorar lo que voy a recibir, por eso es tan importante.
Evangelio de Mateo. “¿Eres tú el Mesías o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Jesús responde a la pregunta del bautista y sus discípulos con contundencia. Contad vosotros lo que veis y oís, fiaros de las evidencias. Sois testigos de que Dios sana, fortalece, bendice y obra milagros a través de mí…ergo… parece que sí soy el Mesías, pero no os lo voy a decir. Vosotros solos con vuestra inteligencia podéis llegar a ello. Me parece interesante el proceso al que invita Jesús a aquellos discípulos de Juan, buscad los signos de que Dios obra, fiaros de lo que veis. Sería bueno que también tú y yo, en nuestra vida hagamos esto: mirar mi vida y buscar en mi historia los signos salvadores de Dios, los momentos, lugares y personas donde Dios se hizo presente y me curó, me dio luz, me rescató de una dinámica de muerte o de abandono. ¿He sido yo testigo de la presencia salvadora de Dios en mi vida? ¿Y en la vida de otros? Es bueno que lo agradezcamos, y alguna vez, cuando se dé la ocasión, lo contemos, lo compartamos. Necesitamos recuperar esta conciencia de ser testigos -muy amados- de la presencia de Dios que nos salva, que viene a nuestro encuentro, que llena de gloria y Luz nuestra vida.
Víctor Chacón, CSsR