Domingo XVI del Tiempo Ordinario: Pastor que nos cuida ¡¡¡y hace libres!!!

 

Hace poco tuve oportunidad de conversar con dos jóvenes alejados de la Iglesia y de la fe. Y, aunque dudaron si hacerlo, al final me compartieron su visión y sus recelos. Uno me decía: “las iglesias son un negocio, el único interés es hacer dinero y aprovecharse de los fieles”. Y me alegraba profundamente llevarle la contraria a tal prejuicio. Hace ya 20 años que conozco la Iglesia católica con bastante profundidad: seminarios, congregaciones, obispados, funcionamiento en Santuarios y parroquias de cierto trasiego humano y económico… muchas personas dedicadas a lo religioso: y me alegra poder decir que, en 20 años he podido ver gente desmotivada o malenfocada en sus tareas, con malos modos o mal genio, pero no a vividores o gente que venga a la Iglesia a hacer negocio o aprovecharse de los demás. Eso realmente no lo he visto.

El otro joven, en otra ocasión, me decía que el creía que todo esto de la religión era una gran manipulación. Que el gran interés de las iglesias y religiones era manipular a la población y tener a sus adeptos dócilmente entregados a su causa. Con este la conversación fue más profunda e interesante, así la sentí. También le llevé la contraria, porque creo profundamente en eso que dice San Pablo: “Para ser libres, nos libertó Cristo” (Gal 5, 1). Y también aquello de Juan: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 32). La verdadera fe, la auténtica religión siempre libera. Lleva a un conocimiento sincero y sano sobre uno mismo, con luces y sombras, de la sociedad y de lo auténtico y valioso de la vida. La verdadera fe libera del pecado, de la esclavitud de los poderes de este mundo: dinero, poder que oprime, placer que no quiere compromiso ni cuidar de nadie… Es cierto que hay vivencias desenfocadas de la religión que atan y esclavizan, que encierran en la culpabilidad y en la obsesión por multitud de prescripciones… pero esa no es la fe de Jesús, sino las formas religiosas que Jesús combatió con todas sus energías durante su vida (ver Mateo 23).

Y, ¿por qué os cuento esto? Pues porque Jeremías me ha provocado: “Esto dice el Señor, Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuentas por la maldad de vuestras acciones”. Jeremías advierte de los malos pastores… que no cuidan a las ovejas sino que se apacientan a sí mismos. Si no cuidamos, si no hay acompañamiento, cercanía, disponibilidad, mal vamos…

“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan”. El verdadero y buen pastor calma, serena, acompaña en la oscuridad y nos hace sentir su presencia. Nada que temer con Él al lado y sí, mucho que esperar.

El Evangelio nos presenta el modo de ser Pastor de Jesús. Tratando de cuidar a todos. «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». (…) Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. El plan inicial era descansar y estar con sus apóstoles instruyéndoles en privado, quizás informalmente, en el cariño y la cercanía de estar juntos y convivir. Pero no los dejaron tranquilos. Aquella gente tenía sed de Jesús y le seguía buscando. Y Jesús… se compadeció de ellos, de su soledad y de su sed. No pudo echarlos. Aceptó con resignación el cambio de planes. Ya habrá tiempo para descansar se debió decir a sí mismo. ¡Qué difícil es hacer esto! Dejar que Dios me cambie los planes. Que cuando yo quiero descansar, Él me envíe más gente con la que hablar, sanar y hacer sonreír. Con la fuerza de su Espíritu podremos. Feliz descanso… si Dios os deja.

Víctor Chacón, CSsR