Domingo XXVI del tiempo ordinario: Ojalá todo el pueblo profetizara. Cuidarse para cuidar.

“Vuestra riqueza está podrida y vuestros trajes se han apolillado. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y su herrumbre se convertirá en testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego”. Santiago advierte contra el exceso de preocupación por el dinero y los bienes materiales. Nuestra vida no depende solamente de los bienes, del dinero que tenemos. La aspiración de gran parte de la sociedad hoy es ser ricos y muchos piensan que así solucionarán todos sus problemas. Pues bien, solucionarán algunos, claro que sí. Pero simplemente ser rico no da la felicidad y la plenitud: ser rico no garantiza tener a quien amar de modo libre y verdadero. Ser rico no garantiza estabilidad emocional ni amigos con los que compartir la vida. Ser rico no garantiza la salud propia ni de las personas que amamos. Ser rico, de momento, tampoco garantiza la inmortalidad (a pesar de Walt Disney) y menos aún garantiza la Vida eterna.

Santiago tiene verdadero interés en que pensemos en lo verdaderamente importante y no le demos el corazón a las riquezas. Es importante que pongamos freno a la ambición de poder y riqueza que nunca suele traer nada bueno consigo. Además el Apóstol busca crear en los cristianos la conciencia de una mayor justicia social, promoción de pobres y débiles. Esto nos pide hoy de manera especial. ¿Tengo yo conciencia y compromiso social? ¿Me preocupo de darle un fin y sentido solidario y fraterno a mi paso por este mundo? Y, si no es así, ¡ponte las pilas hermano/a!

“Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no NOS sigue». Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Por fin los discípulos tienen identidad de grupo y de comunidad. Hablan de que no “nos” siguen, y no se limitan a decir, no te sigue a ti, Maestro. Dato simpático. El problema es que están construyendo una identidad comunitaria fuerte y déspota, que solo admite un perfil determinado, que excluye a los que no caminan siguiendo de cerca a Jesús. Jesús, les contesta oportunamente diciendo: Chavales, relajaos un poco, que están haciendo lo mismo que nosotros… no está tan lejos, no es opositor, sino que hace el bien como nosotros. ¡Qué mirada tan comprensiva y maravillosa! Ojalá el Señor nos regale mirar así. Y no ver enemigos o disidentes por todas partes, sino personas que van haciendo su camino y que a veces comparten con nosotros mucho más de lo que parece. Valoremos esto, sepamos ver signos y semillas de Dios en las vidas de mucha gente buena que trata de ser justa y busca la libertad y la verdad, la bondad, aunque no lo hagan dentro de la Iglesia (quizás aún) o por nuestra forma concreta de practicar el catolicismo. Necesitamos antídotos contra el fanatismo y contra la soberbia de creernos “los buenos” de la película o con una supuesta superioridad moral al resto. Esto no nos hace bien y ofrece un testimonio de fe nefasto ante la gente, aleja en lugar de acercar.

«El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”». ¡Ojo! Los escándalos que provienen de las partes del cuerpo no deben limitarse al instinto sexual (La biblia habla también de las manos asesinas y los ojos soberbios e insaciables). Los duros imperativos que aquí recoge Marcos no son una invitación a despreciar el cuerpo. No hay que tomarlos al pie de la letra. Se trata de una advertencia seria de que hay que cuidarse y cuidar, ésta es la clave. Vigilar que ninguna pasión humana o adicción me domine y decida por mí. El Evangelio, Jesús, me quieren libre, profundamente libre y capaz de amar y decidir mi destino.

Hoy nos conviene orar así: ¡Ayúdanos Señor a crecer en libertad! A quitar todo obstáculo que nos aleje de ti y del amor al prójimo. Que nuestra vida no solo no escandalice, sino que sirva de buen ejemplo. Que sea una vida alegre, serena, reconciliada… llena de luz y de sentido. Llena de tu gracia. donde sepamos reconocer los dones de los hermanos, hasta de aquellos que no piensan como nosotros y aun así, los sintamos hermanos e hijos tuyos. Amén.

Víctor Chacón, CSsR