02 Ago Experiencias Misioneras
≡ EXPERIENCIAS MISIONERAS ≡
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CARTA 1
«Un caminante de Emaús»
Cuando comenzó la Misión en su recta final pensamos que se trataba de “colaborar” en lo que pudiésemos; pero creo que la historia cambió cuando el misionero Carlos tomó el destino que ya El Señor le tenía preparado y se dijo: “Bueno, El Playón se quedara sin misión, se hará lo que se pueda”… En ese momento creí que se trataba de aquel evangelio donde Jesús sintió lastima por la gente… y me dije: “pobrecitos” voy para atenderles… Más no sabía que se trataba de que DESDE ESE MOMENTO YO ESTABA COMO “UN CAMINANTE DE EMAUS”, acostumbrado a hablar de Jesús y a veces con Jesús encontradizo, pero seguía ciego.
Realmente el encuentro tan enriquecedor en medio de esa gente donde su esperanza más profunda y sus anhelos están en Dios. Ese Dios hecho pan en la partición y bendición comunitaria del jueves, que se deja ver en los niños que esperaron la celebración participativa en la que muchas veces los adultos escuchábamos a Dios hecho niño. Una celebración donde la generosidad se desborda cada noche en una lectura bíblica y en algo para comer y compartir –donde la comida no solo fue un alimento para el cuerpo, sino un signo de compartir lo poco con muchos, donde lo poco se hizo mucho y todos quedamos saciados.
Pasaron dos semanas y la gente deseaba seguirse reuniendo, compartiendo. No querían parar. Estuve de vacaciones con mi familia toda una semana, ellos se reunieron solos –siguiendo los materiales; he estado un mes con una pierna enyesada y no he asistido a la comunidad y se siguen reuniendo. Mi sorpresa y gratitud es mayor cuando la semana recién pasada me piden reunirse en mi casa, -lo pensé un poco porque Letty recién había llegado de un viaje, pero me recomendaron no cenar. Fue tal que trajeron flores, comida, postre para todos y una celebración de la palabra compartida para informar de boca de los dueños de casa, como se habían hecho las celebraciones en cada hogar durante mi ausencia (visitando a su animador desanimado por su accidente) –es el mismo Jesús que te anima por medio de los demás, que se presenta en tu soledad con muchas caras, de niños(as), de ancianas, de madres y jóvenes viviendo en una comunidad de vecinos transformados en hermanos y hermanas. Entraron en casa con una pancarta y con una sonrisa que animaba hasta a un muerto.
Es curioso, el Padre Manolo es amado como tal en la comunidad, como el misionero más admirado que hayan conocido y, sin hacer la diferencia, me sentí amado como el padre Donald y me decían especialmente los niños(as): padre, hablamos a su casa y nos contesto su hijo o su esposa. –no olvidemos que hay una gran influencia fundamentalista protestante en el barrio.
Fue más que un encuentro, una oportunidad para acercarme al Jesús sencillo y humilde. Porque en la comunidad descubrí que hay gente muy valiosa como Male, Margarita, la tía, la abuela, Abril y las demás niñas con su arte, Daniel, los señores que cada noche cargaron un pick up con sillas y mesas, los esposos que interrumpieron su trabajo en el taxi para dar un “jalón” a las personas que asistían a las reuniones, etc. Mi corazón se sintió inmenso cuando las niñas y los niños cicerón la oración de la misión en la reunión de comunidad de comunidades y se presentaron con sus manitas de colores llamándose “manos abiertas”. Es más que una emoción, es el reino construyéndose Hoy, es la Iglesia que vive, es el Jesús revelado, es el Dios con y en nosotros.
Donald Velazques
CARTA 2
«Mantengan vivo el espíritu misionero”
“Hermosa mañana del domingo, en que ha brillado el sol que nace de lo alto, y que no es este sol material que nos calienta, el sol radiante de lo alto es Jesucristo resucitado, él vence la oscuridad de la noche, del pecado y de la muerte, él es la luz gloriosa y eterna que nos ha congregado”, con estas palabras inició la homilía el Obispo de la Diócesis de San Pedro Sula, Monseñor Ángel Garachana en la Asamblea Diocesana de Comunidades del 17 de septiembre.
Luego de cuatro meses de llevar a cabo el periodo fuerte de la Santa Misión 2006 en los tres departamentos de la diócesis, Cortés, Atlántida e Islas de la Bahía, se realizó la Asamblea Diocesana de Comunidades para reunir los frutos de la misión: las Comunidades Eclesiales.
La Santa Misión ha creado 5 mil Comunidades eclesiales en la diócesis, cada una se formó durante la primera semana de la misión, están conformadas por 12 vecinos que se reúnen cada semana para continuar el nuevo modelo de evangelización.
En la homilía Monseñor señaló los objetivos con los que se organizó la misión. “Renovar la fe, llegar a los alejados de la iglesia, crear comunidades, formar laicos misioneros evangelizadores y dinamizar el espíritu misionero en toda la diócesis. La Santa Misión ha sido como un renovado Pentecostés, como un paso del espíritu que ha renovado corazones”.
“Nos hemos reunido para dar gracias a Dios por los frutos de la Santa Misión, la cual no termina aquí, la tarea continúa, una de ellas es que las comunidades tienen que seguir creciendo y aún quedan muchas personas y ambientes a los que no hemos llegado”, explicó el Obispo en el Estadio Francisco Morazán a más de 15 mil personas que asistieron.
El reto es continuar en las comunidades
Monseñor hizo énfasis a los animadores a seguir llevando la evangelización a lugares donde la misión no ha podido desarrollarse, “miles han participado pero son más las personas a las que no hemos llegado, ahí tenemos el reto”.
“Es urgente llegar a todos, penetrar en el corazón de cada persona. Les invito a qu e mantengan vivo y animoso el espíritu misionero, renovado, que no se apague por la rutina, el cansancio o las dificultades”, agregó.
El Obispo recalcó la responsabilidad que tienen los párrocos y sacerdotes en cuidar las Comunidades eclesiales, en tratarlas “con mi mimo y preferencia”.
“En cada comunidad descubramos nuestro carisma, qué quiere Dios de mi, cómo puedo servir? Que ninguno se quede solo como miembro de la comunidad, pregúntese cómo pueden servir en la catequesis, en la pastoral, en la parroquia”, animó Monseñor Ángel.
La finalidad de la misión de la iglesia es la vida, “que todos tengan vida en Cristo, y una vida plena. Hoy nuestro pueblo sufre, la iglesia ha de estar para consolar, dar ternura y paz en el corazón, que sana tantas heridas”.
Dijo que también estamos llamados a vivir en sociedad, “donde se experimentan tantas pruebas, miles de personas que no tienen las condiciones para una vida digna, donde la sociedad y el Estado no les proporciona los medios de salud, vivienda, educación para vivir dignamente. No solo carecen de vida digna, sino que también su vida es atacada y destruida por la violencia, la iglesia está ahí precisamente para trabajar por la vida de las personas”.
“Y esta vida alcanza su plenitud al vivir en Cristo, la iglesia está precisamente para anunciar a este Cristo que es vida, así que ese es el reto. Esta celebración recoge todo lo vivido en la misión, y con el envío seguimos siendo misioneros y el lema de la misión lo recordamos y no debe ser olvidado: Iglesia en misión, para que tengan vida en él”.
PROYECTO: “Ya estoy pensando el próximo año cómo vamos a hacer para organizar la misión en la cárcel, en la universidad, en los hospitales, hacer misión en ambientes específicos”, dijo Monseñor Ángel Garachana.
Yohanna Katan
CARTA 3
«Soy joven, un misionero más. Nuevo San Juan (La Lima)»
Hola.
Le doy las gracias a Dios por tener la dicha y la vida y de ser parte de esta Santa Misión que se llevó a cabo aquí en Honduras.
Vivo en la colonia Nuevo San Juan de La Lima (Cortés). Soy integrante de un grupo de jóvenes que se llama «Caminando con Jesús». La verdad es que me siento muy contento por estar de fiesta, esta fiesta que es el amor de Cristo, ese amor que todos debemos tener y compartir con los demás. Somos hermanos e hijos de Dios, compartamos la alegría de ser católicos y de amar y honrrar a Cristo Dios nuestro salvador del mundo. Y nuestro mejor amigo y compañero, ese amigo que siempre está ahí con nosotros ayudándonos a salir adelante a superar los obstáculos de la vida y nos ayuda también a amár, amar a nuestros familiares y amigos y más aún a nuestros enemigos.
Hermanos sigamos el ejemplo de nuestro amigo Jesús. Hagamos el bien sin ver a quien. Y no nos preocupemos por ver quién es más bien preocupémonos de qué necesita y en qué puedo ayudarle. Eso es lo que el Señor quiere; que amemos al prójimo y a todo aquel que lo necesita.
Demostremos que somos cristianos con hechos y no sólo con palabras. Demostremos todo lo que podemos dar al Señor. Demostremos que estamos llamados a un compromiso que es amar a todos y sobre todo a Dios.
Les invito a vivir con armonía, hermandad y con fe, esa fe que es importante para que algún día nos reunamos con nuestro amado Padre en el cielo y por siempre.
Ya para finalizar quiero agradecer a todos los misioneros que nos acompañaron por este tiempo hermoso y que sigan adelante y Dios los bendiga. Sigamos el ejemplo de los misioneros.
Un abrazo a todos los católicos y sigan adelante.
Iglesia en Misión; para que tengan vida en El.
Cristhian Alberto Gutiérrez Ramirez
CARTA 4
Entrevista a Wilfredo Romero Castro
PREGUNTA: ¿Puedes decir quién eres?
RESPUESTA: Me llamo Wilfredo Romero Castro. Nací en la ciudad de La Lima (Cortés). Tengo 17 años y estudio en el instituto oficial Patria la carrera de administración de empresas. Tengo más de dos años de pertenecer a la Iglesia Católica y me siento muy feliz por pertenecer a la Iglesia de Cristo.
P: ¿Cómo se ha incorporado a la Santa Misión 20065?
R: Me he incorporado con mucha fe y con ese deseo de anunciar que Cristo vive y que está con nosotros día y noche, siempre y para siempre. Soy un animador de una Comunidad Eclesial; animador de un grupo juvenil. Todo gracias a Jesucristo que ha puesto su Palabra en mi boca.
P: ¿Enfrenta algún obstáculo en su vida para estar en la Misión o en la Iglesia?
R: Bueno; un obstáculo que enfrento en mi vida es que mi familia es de otra religión y no está de acuerdo que yo vaya a la Iglesia. Dicen que no voy a nada, pero yo creo en Cristo que es el Camino, la Verdad y la Vida. Él me da esa fe tan grande que tengo y la posibilidad de seguir ayudando a los jóvenes y a los que más necesitan.
P: ¿Qué es lo que lo inspira a seguir, a no desanimarse?
R: Mis amigos que están siempre conmigo en las buenas y en las malas. También ese Jesús que está siempre diciéndome “lucha para lograr lo bueno”. Me inspira que todos los jóvenes estén felices en todo momento y que cristo siempre nos acompañe.
P: Un mensaje a otros jóvenes de su edad que cierran el corazón a Dios.
R: Que sigan luchando y que sigan siempre creyendo en Jesucristo. Que Él es lo mejor en la vida; que Él es amigo sincero y que está en los cielos esperándonos con los brazos abiertos… Por eso le daré mi vida y todo pensamiento será para Él porque siempre tiene un corazón muy lindo para cada joven. También le diría que Dios permanecerá con nosotros como amigo fiel.
CARTA 5
Primera semana de Misión en la col. La Paz (La Lima)»
Saludos a todos. De nuevo, aquì va la crònica de lo sucedido en la santa misiòn en La Paz , parroquia de Guadalupe, en el municipio de la Lima. Los àrduos y valientes misioneros han culminado ya la primera semana, y ¡què decir! Que estamos contentos y felices. Para Manolo Sànchez y para mì, esta misiòn està resultando diferente a la que ya vivimos. Aquì hay màs colonias, sectores y personas, y eso ha multiplicado el trabajo. Ademàs, tenemos muchas reuniones para poder organizarnos lo mejor posible, y que la misiòn llegue a todos los rincones del sector que nos han encomendado. La acogida fue masiva y preciosa. El párroco es español, el P. José, y lleva aquí muchos años. Todos los misioneros fuimos presentados en una iglesia enorme y preciosa, abarrotada de ojos deseosos de conocer al misionero de su sector. Hacía mucho calor, pero sobre todo de ese que se produce cuando muchas personas llenan un lugar, y lo llenan llenos de energía, vitalidad y alegría. Eso fue el jueves por la tarde, en Lima Nueva. Ese mismo día se inauguró el primer monasterio contemplativo de la diócesis en la aldea de La Sabana , y fuimos testigos de excepción de su bendición, con una monjita española al frente, que es de Navarra, pero que tiene acento mallorquín.
También el domingo pasado tuvimos otra celebración así, multitudinaria, en esta ocasión en el templo de Lima Vieja, la iglesia de Santa Rosa de Lima. Allí fuimos enviados TODOS por monseñor Ángel, el obispo, como misioneros. Y todos éramos muchos… laicos, dueños de hogares, delegados de la palabras, misioneros laicos y sacerdotes… y poco aire daban los abanicos (así llaman a los ventiladores), con un sinfín de personas que recibieron la cruz y fueron bendecidos por un pastor empeñado en una evangelización para toda la diócesis. Después, cada cual a su sector. A Manolo, Sergio, Marisa y a mí nos llevaron a la Paz , y la iglesia estaba oscura. Allí nos esperaban para darnos una sorpresa, con nuestros nombres escritos en la puerta… qué bonito símbolo: ellos querían que todos los que pasaran por la iglesia supieran de nuestra llegada y nos conocieran. Allí, al día siguiente, comenzamos jornadas cargadas de organización, logística y estrategia. Parecíamos más militares que misioneros, repartiéndonos los lugares y buscando la mejor forma de llegar a todos con todo lo que la misión quiere regalar. Tenemos muchos centros de oración y celebración, y hemos visitado más de 80 comunidades eclesiales cada día, de lunes a viernes. La celebración del sábado a la tarde, comunidad de comunidades, fue también multitudinaria, con todos los carteles y los símbolos de las comunidades, que ahora decoran el grandísimo templo de La Paz. Es curiosa esta iglesia: tiene 123 ventanas. Es como una gran ventana a Dios.
A Marisa la despedimos ayer, que regresó a España, pero aquí seguimos con el trabajo, en la segunda semana, la semana de la predicación y del anuncio de la Buena Noticia.
P. Laureano del Otero
CARTA 6
Queridos todos:
Ya os conté en mi anterior e-mail que en la primera etapa estuve en unas pequeñas aldeas. Pues bien, la siguiente etapa «caí» en la parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe, ya en San Pedro Sula. El lugar era radicalmente distinto a lo que había vivido días atrás. Las casas eran auténticas fortalezas, con cables de alta tensión y cámaras de seguridad. Obviamente, la zona era de clase alta. Y la verdad es que me sentía bastante escandalizado de que en un mismo país se dieran contrastes tan grandes, pero intentaba verlo como voluntad de Dios que yo estuviera allá. Sin embargo, empezamos a ver que dos misioneros en un mismo centro misionero era casi un «despilfarro», así que el domingo, para la celebración de envío, me enviaron a otra parte donde se necesitaban misioneros. Y el destino fue el sector de la Rivera Hernández , una zona cuasi-rural en la ciudad de San Pedro, conocida lamentablemente por la gran violencia que respiran sus calles y por la marginación de sus habitantes.
Pero yo me sentía feliz de estar de nuevo con la gente humilde, donde las casas están abiertas y la gente sencilla se siente privilegiada de que se le anuncie el Evangelio: ¡eso es un signo de la llegada del Reino: a los pobres se les anuncia la Buena Noticia!
De nuevo, las experiencias fueron impresionantes y mi felicidad total. Es entre la gente humilde donde se descubre que los destinatarios propios del Evangelio son los pobres, sean como sean, porque sólo los que se sienten necesitados de todo son capaces de descubrir, alabar y poner en el centro de su vida a quien es el Todo-en-todos. Y yo me he sentido privilegiado y halagado por el Señor al ser enviado de nuevo a los pobres, sus preferidos.
La marginación y degeneración son, a la vez, algo que provoca a cualquiera una rabia incontrolada. La injusticia se apodera de un sector y lo hunde en la miseria sin que a nadie le importe… La gente que es capaz de prosperar allí huye hacia zonas mejores: sería «indigno» para ellos seguir viviendo en la Rivera. Así abandonan a la marginación a los que han sido su misma familia y sus mismos vecinos… Y a esto se le llama pecado estructural, un pecado que sobrepasa la buena voluntad y que casi se escapa de las manos.
Sólo hay una pavimentada (calle asfaltada). Los demás ‘pasajes’ son de tierra, surcados completamente por ríos de aguas negras donde los niños chapotean. Algunas casas claman al cielo y la gente enferma y muere porque no tiene recursos. Pero en realidad, a nadie le importa, porque en los periódicos sólo aparecen titulares del estilo de: «Tres nuevos muertos en la Rivera «, todos ellos asesinados por asalto o baleados (tiroteados) por asuntos sucios.
Sin duda lo que más me tocó el corazón fueron las visitas a los enfermos, porque ellos abrían las casas y, sobre todo, su corazón dolido… recordado y mimado sólo por Jesucristo. Y he descubierto que Jesucristo visita al pobre. Es más, Jesucristo es el mismo enfermo que yace en la cama, comido literalemente por un cáncer que hace volver la vista hacia otra parte. Pero el Evangelio es Buena Noticia de consuelo, misericordia y perdón; Buena Noticia de un Dios que es compasivo especialmente con los que son olvidados. Bendito sea el Señor que ama a los seres humanos más deshumanizados.
Y mi experiencia personal sólo puede ser de conversión, también de escándalo. Porque es imposible que una realidad así no escandalice aun el corazón más duro. Los porqués son constantes en mi cabeza, y las respuestas remiten al: «Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis».
Es así: el Evangelio y la Iglesia aquí, en estas zonas, es realidad de Vida, de justicia y de misericordia.
La marcha por la vida que aquí se realiza todos los años, donde los católicos (y todos los que quieran unirse) son invitados a salir a la calle para gritar con toda la fuerza de la que somos capaces que la violencia es muerte, que no hay paz con violencia, que somos hombres de Vida y no podemos acostumbrarnos a realidades de muerte.
Son muchas cosas las que siento y pocas las que puedo expresar bien.
Simplemente deciros que os he llevado a todos en el corazón y el Señor me ha acompañado en cada momento: cuando predicaba, cuando abrazaba a un niño o cuando besaba a un enfermo.
Bendito sea, que nos ha elegido a nosotros para continuar su obra en el mundo, como testigos de la sobreabundante Redención.
Un abrazo inmenso para todos.
Carlos Sánchez
CARTA 7
¡Hola a todos!
Mi primera etapa misionera en la Santa Misión de San Pedro Sula ha sido una experiencia dura pero muy bonita. Sobre todo ha sido una experiencia de Resurrección. Curiosamente he estado en la Parroquia de la Resurrección , en un sector que le corresponden 4 Colonias.
Cuando uno camina por las distintas Colonias que forman la Parroquia de la Resurrección se da cuenta que las cosas pueden parecer más simples o más complejas de lo que en sí aparentan.
Una de esas Colonias es «Mi única esperanza». Allí me ha tocado llevar la Palabra de Dios a esas gentes, aunque no se si he llevado la Palabra de Dios o me he encontrado con la Palabra de Dios (os aseguro que descolocan a uno tantas realidades…) No se, es difícil explicar todo lo que he podido ver y compartir en estos días. Allí hubo 6 Comunidades Eclesiales, donde a lo largo de la semana se juntaron para hablar no solo de sus problemas (muy crudos a veces…), sino para hablar de Dios, para ver como Dios actúa en sus vidas. Hasta aquí todo normal, como puede suceder en todas las misiones que se dan en España. Pero, os preguntareis porqué se llama mi «Única esperanza». Aquí esta lo diferente, aquí es donde descoloca a uno la misión…Para muchos de ellos, su única esperanza de vivir (o mejor dicho de sobrevivir…) son sus 4 paredes y su pequeño patio… Sí, 4 paredes, porque en muchos sitios no hay nada más que alguna cortina separando zonas… y nada más… y allí viven familias enteras. Generalmente son numerosas, muy numerosas… niños pequeños jugando en las calles (lo del asfalto y los desagües es un decir por esa zona… el alumbrado… de día claro, y las condiciones higiénicas de la zona… mejor no ver…). Pero allí esta Dios con ellos. Su única esperanza es todo lo que tienen en esas 4 paredes, y siendo los pobres entre los pobres, allá la Palabra de Dios ha resonado fuertemente en este tiempo de gracia que ha sido la Santa Misión en sus casas. No tienen mucho, pero ofrecieron todo para la Misión. Y lo mejor de todo, niños, mayores, jóvenes, ancianos… participaron numerosamente en la Misión , habiendo incluso una comunidad eclesial en que la mayoría eran niños. Todos participaron como unos más.
Ha sido para mí una experiencia fuerte, pero llena de vida y de resurrección.
Ah, se me olvidaba, les propuse que cambiaran el nombre a la Colonia , el cual aceptaron gustosamente «Colonia mi nueva esperanza». Ojala que este tiempo de Misión haya sido tiempo de nueva esperanza para estas buenas gentes que son capaces de hablar de Dios con naturalidad y sobre todo, de seguir confiando en Dios; a pesar de las sectas protestantes que intentan jugar con ellos y venderle un dios descafeinado…
Los otros sectores de las distintas Colonias han vivido la Santa Misión de un modo parecido, con mucha fuerza para hablar de Dios, y con muchas ganas de seguir confiando en El.
Abrazos para todos.
Que Dios os bendiga.
P. Manuel Sánchez
CARTA 8
Hola amigos!
En esta etapa ha tocado ciudad, por lo que todo ha sido totalmente diferente a la etapa misionera anterior.
A pesar de todas las dificultades, la Misión ha hecho mucho bien a todos…
Me encontraba en la parroquia de San José de Medina de San Pedro Sula, en concreto en al comunidad de San Martín de Porres. Toda la misión se centraba en le templo y las Comunidades Eclesiales, no había más aldeas, ni colonias que visitar, por lo cual me ha permitido meterme de lleno en la vida del barrio.
La comunidad de San Martín se encuentra en pleno barrio de Sunseri. Un barrio muy pequeño, pero que todo San Pedro conoce demasiado bien. Le llaman el barrio Caliente, y como se imaginaran no es precisamente por las altas temperaturas que acá se alcanzan. Es un barrio que hasta hace unos meses allá se agrupaban las maras, donde la prostitución de la ciudad se concentraba, incluso las viviendas están diseñadas en «cuartearías» donde se desarrollaban las actividades de prostitución, hoy ya no están aquí, pero quedan chicas, hijos, dueños y lugares destrozados. Tampoco quedan hoy ya nada de maras, por desgracia ya todos han sido matados. Igualmente los callejones donde se concentraban están llenos de jóvenes postrados en camas y sillas de ruedas consecuencia de los disparos. Lo que sí que sigue presente es la venta indiscriminada de droga, en cualquier esquina o calle, detrás de un puestecito de venta de tortillas o de una especie de pulpería. Los jóvenes no se libran de todo ello.
La peor consecuencia de todo este barrio caliente, es el mucho miedo que sienten sus habitantes, que no se atrevían ni de ir al templo que se encuentra a tan solo una cuadra de su casita. Mucha gente nos decía que incluso desconocía de la existencia de San Martín, y preferían pagar un taxi para ir a misa a Catedral.
La misión ha servido para dar a conocer la presencia de la Iglesia en medio de su barrio y sus problemas. Esta comunidad ha sido la última en formarse en toda la parroquia, y ha sido precioso ver como la Iglesia sigue naciendo en estos lugares, como la comunidad se ha ido formando, creciendo y fortaleciendo. La Iglesia sigue saliendo al encuentro del más abandonado, y os aseguro que estas gentes están muy abandonadas. Como dice la oración de la misión, acá las personas han sentido el calor de la Iglesia.
Uno de los grandes éxitos de la misión ha sido la misión infantil, especialmente en un centro de apoyo a niños de la calle que un grupo de voluntarios españoles lleva a cabo. Se llaman Amigos para Siempre. No puedes andar por la calle sin que los niños te asalten con sus abrazos y trepen hasta alcanzar tu cabeza, llenándote de besos y manchas y llamándote a cada rato «amigo», así es como se llaman unos a otros, y es que acá la amistad es verdaderamente un valor fundamental para crecer en la vida. También tuve la oportunidad de llegar a un hogar de unas religiosas irlandesas, de acogida de niños enfermos de VIH, los niños allí son felices y viven como en familia, bien alegres, pero a uno se le rompe el corazón cuando conoce sus historias y sus enfermedades. Estos casos son grandes ejemplos de que Dios sigue salvando, y sigue haciendo grandes cosas con sus predilectos, los pequeños.
No sólo los niños han podido mostrarme el rostro de Jesús en estos días. Como os decía acá los jóvenes son los que más difícil lo tienen por el ambiente y la falta de una familia estable, la mayoría viven con unos abuelitos o bisabuelos ya muy ancianos y muchos cipotes a su cargo. Especialmente os quiero contar la historia de Carmen una jovencita de 15 años que lleva dos años con las balas dentro de su cuerpo. Fue baleada en una matanza entre maras en plena calle, ella cuenta que paseaba con su bicicleta y le alcanzaron, pero los vecinos dicen que es que andaba metida en la mara. Esto importa poco. Lo interesante es su alegría, sus ganas de vivir y su fe impresionante. Derrocha felicidad y optimismo, y un sentido del humor como jamás he visto. Me contaba que los primeros días no quería oír hablar de Dios, se enojó con Él, y le dio la espalda, pero había algo que le decía que debía volver a Dios, hasta tal punto que me dijo que sintió como un hombre, ella dice que fue Jesús, se le acercaba y le daba la mano invitándola a seguir. Desde ese día, ella misma me dijo, «comencé a vivir». A los pocos meses en casa, tenia una compañera de cama, era su hermana que tenía sida y que hace un mes murió. Carmen me contó el ánimo que le daba a agarrarse a la vida y a Jesús, y cuenta que tuvo una muerte dulce. Hoy Carmen se está preparando para recibir su primera comunión. Y yo, como ella me dijo, desde que la conocí, también comencé a vivir. Ya quisiera yo ese valor y esa fe en Dios para aferrarme con tantas fuerzas a la vida.
Podría seguir contándoos grandes milagros que acá suceden, el de Argentina la bisabuelita de once niños y su peculiar «reproducción de arroz y tortillas», o el del marido de Miriam que la misión le alejó del alcohol y acercó a la Iglesia, o el de Paty que pronto comenzará su noviciado con unas hermanas, o el de la señora de la colina, la del estanco, o la del gringo o Fredy…
En fin amigos como veis en 18 días pasa de todo, las anécdotas las dejo para otro momento.
Pero lo más importante que durante estos días ha pasado por Sunseri ha sido Jesucristo liberándonos a tantas personas de nuestras historias y miedos. Jesucristo en Sunseri ha pasado redimiendo y sanando tantas heridas y corazones que se encontraban destrozados.
Bueno amigos, ¿recuerdan como llamaban a este barrio? Barrio Caliente, efectivamente Sunseri ha sido caliente para mi, por los abrazos que me daban, las atenciones, los besos, y todo el calor del corazón que desprendían sus gentes en las muchas ocasiones que lo abrieron con los misioneros. Calor especial el de los jóvenes, que poco a poco fueron sintiendo la Misión como algo suyo a golpe de tambores garífunas. Gracias a Dios por seguir llenándonos de Vida en Misión.
Muchas gracias a todos los que con vuestras oraciones en esta apasionante tarea de anunciar el amor de Dios al mundo entero.
Con cariño.
Miguel Castro
CARTA 9
«Hoy se cumple esta escritura… »
«Nunca el gran y solitario Cirio Pascual estuvo tan acompañado. Nunca un fuego silencioso reveló tantas cosas. Nunca unos cestos vacíos denunciaron tanto y, a la vez, se vieron tan repletos de solidaridad y compromiso. Nunca una mesa fue tan participada y menos combinada -ya que ninguno de sus elementos hacía juego con los otros-. Nunca un árbol tan seco brotó tan rápidamente. Cada día, un milagro. Así es la Santa Misión.
Y a cada día, confieso con alegría: «Hoy se cumple esta escritura… «. Y ésta, y esa otra, y este versículo… Porque el Espíritu del Señor está actuando con mucha fuerza sobre nosotros, muchos corazones están cambiando. Incluído el mío. El turno de comidas con familias es bien interesante. Hoy he comido con una familia católica, y estaba invitado también un pariente mormón. Me gustó que me preguntara: «Padre, ¿qué es exactamente la Santa Misión?». Mi respuesta le pareció buena idea: un tiempo especial de renovación de la fe, una oportunidad de sentir con fuerza la gracia del espíritu, una vuelta a lo más básico de nuestra identidad como cristianos. Volver sobre lo que ya sabemos, porque en realidad necesitamos conocerlo de nuevo y dejarnos tocar por el amor del Señor. Hasta a los mormones les parece buena idea. Sin duda, esto es de Dios.
Quisiera compartir las maravillas que contemplo en la Parroquia de la Resurrección del Señor, en el sector San Carlos de Sula, donde estamos seguros de que la Santa Misión es una nueva Pascua, porque Cristo está pasando. Hay muchas personas que han pasado de la indiferencia a las lágrimas de arrepentimiento y al compromiso sincero. Delante de mí he visto mucho ojos llorosos queriendo decirle a Dios con fuerza que ya nunca se olvidarán de él. Los enfermos han pasado también de creerse visitados por la Misión a ser misioneros con sus oraciones y su testimonio de paciencia y amistad con los que le visitan. Los niños han pasado a ser adultos, reunidos en las comunidades eclesiales, dialogando con palabra ágil y sincero corazón, sin temor a las miradas de los grandotes adultos. Los jóvenes han pasado de una presencia tímida a ser un torbellino de alegría que contagia a otros jóvenes que ayer, hoy, y quizás mañana, verán al Señor cara a cara por primera vez. Hombres y mujeres anónimos han pasado a ser amigos, animadores y guías de familias reunidas en comunidades elcesiales. Es la Pascua, el Paso del Señor. Misioneros venidos de otros países a misionar han pasado a ser evangelizadores modelados por la misma misión y receptores de una amplia cadena de Buenas Noticias que sólo aquí podrían escuchar. Creo que esta Santa Misión es verdaderamente un acontecimiento Pascual, una resurrección comunitaria, un nuevo Pentecostés para toda esta diócesis.
Hacen falta muchas cosas todavía, bien es cierto: un nuevo templo en San Carlos, una prótesis para la pierna amputada de doña Conchita, un residencia para doña Blanca, etc. Pero la Misión nos ha puesto ya en el camino de poder emprender muchos retos y realizarlos unidos, como comunidad. Sólo espero que lo vivido en estos días, el Paso del Señor, no se borre en nuestra memoria y se convierta simplemente en un cruzarse por la calle, sino en un encuentro con un Dios que se ha plantado delante de nosotros «para que tenagmos vida en él».
P. Laureano del Otero
CARTA 10
«Esta es la Iglesia que yo quiero»
Saludos desde San Carlos de Sula, y felicitaciones en el día de San Alfonso para todos los que continúan su carisma y misión. Es una gozada poder celebrar este día aquí, en medio de la Santa Misión 2006 de San Pedro Sula, comprometidos con este gran evento evangelizador que es capaz de poner en marcha a miles de personas en favor del Evangelio.
Dicen que los últimos serán los primeros, y aquí llegamos para las últimas etapas de esta gran misión los PP. Jesús Hidalgo, Manolo Sánchez (recién ordenado el día 1 de julio) y un servidor, que nos hemos puesto a trabajar como el primero. Manolo y yo compartimos parroquia, pero claro, aquí una parroquia es más que un arciprestazgo por España. Para vernos tenemos que hacer por encontrarnos.
De Honduras apenas conocemos la realidad en la que vivimos, y solo por lo que veo, adoro la Iglesia en Honduras. Lo escribo al principio, porque es lo más importante de cuanto quiero decir: ESTA ES LA IGLESIA QUE YO QUIERO. Es cierto que es un Iglesia con templos construidos con un tejadillo de metal y algunas rejas a los lados para que entre el aire, pero lo que se vive en ellas es realmente vital. El lema de la santa Misión es: «Iglesia en mision, para que tengan vida en él», y sin duda la palabra VIDA define todo lo que está ocurriendo a mi alrededor en estos días. Esta es una Iglesia viva, donde todos quieren aumentar en compromiso y testimonio. Estoy profundamente impresionado por la dedicación y el compromiso de los laicos de la comunidad con la que comparto la fe, la Palabra de Dios y el Pan de Vida. El sábado pasado celebré la eucaristía en la colonia Los Ángeles, compuesta de casas (hay de todo) a ambos lados de un río que no es un río: es un canal de aguas fecales o «aguas negras» como dicen aquí. Allí no hay capilla, y se celebra en una casa. La casa estaba abarrotada, y eran las 7:30 p.m., bastante tarde para ellos. Unas cuarenta personas participaban en la celebración sin dejar atrás ningún ministerio litúrgico: cantores y guitarra, lectores de la Palabra de Dios, un monitor durante toda la celebración invitando a la escucha, a la oración o a la comunión con la debida preparación, y un delegado de la Palabra, que explicó el Evangelio hasta el punto de emocionarme a mí mismo. Yo me sentí evangelizado en aquel momento. Los niños gritaban, los vecinos de las sectas evangélicas ponían música a todo trapo, y nosotros no dejábamos de dar palmas, de arrodillarnos ante el misterio de Jesús Eucaristía, de cantar y abrazarnos para compartir la paz. La casa me recordaba que los primeros cristianos celebraban así, y que la misión también pretende realzar el papel de los hogares como «iglesia doméstica».
La gente es supercariñosa, y uno también coge (agarra) cariño rápidamente. Ayer vistamos escuelitas de niños, donde nos daban todas las facilidades para invitar a los niños a las actividades de la Misión. Todos me preguntan si soy del Barcelona o del Real Madrid (por cierto, hay que decir que en este sector casi todos son del Barsa). Algunos me decía sorprendido: «Nunca he conocido a ningún español; usted es el primero, padre». Qué emoción: soy el primer español que conocen… estoy dejando el listón muy alto para cuando conozcan más españoles…
En el sector de San Carlos de Sula, donde yo vivo, no hay mucha violencia. Rosa, responsable-misionera de logística del sector (es decir, disponible siempre para llevarme y traerme en su carro a donde necesite, y gestionar mis comidas en diferentes hogares) fue secuestrada la semana pasada para robarle el coche, pero gracias a Dios la policía agarró a los ladrones a tiempo. Todavía no le han devuelto el carro, que es prueba. es cierto que todo el mundo dice que falta seguridad y que no se puede confiar en las fuerzas de seguridad del estado, pero gracias a Dios no he visto nada. Lo único que he visto es el rostro sereno y satisfecho de una anciana -de rostro amarillo por el cáncer- después de recibir la Santa Unción de los Enfermos. También soy testigo de las sonrisas de los jóvenes en la misa dominical que duró 2 horas y 36 minutos, animada por una comunidad eclesial que toca en plan profesional los cantos del Espino. Me trasladé un poquito a España al oír: «siento tu llamada y confío en ti», «acógeme, Dios, en tí encuentro refugio…» etc. También levito al escuchar aquí «Alma Misionera» con la fuerza de una Iglesia en la que abundan ministros de todo tipo. Los encargados de liturgia de mi sector están en la iglesia ya a alas 4.30 a.m. Hay dos misioneros laicos de la misma comunidad colaborando conmigo. Hay delegados de la Palabra, ministros de la comunión, etc. y hay varias pequeñas comunidades que se reúnen cada viernes desde hace 3 años para compartir la fe. Son comunidades que se han implicado mucho en la misión, y están formadas por gentes de todas las edades, con un proceso precioso de crecimiento en la fe y compromiso.
No quiero enrollarme más hoy, pero siento que todo esto es VIDA y que aprendo mucho. Me dicen el «seminarista» porque parezco joven: la verdad es que me siento un poco seminarista, aprendiendo mucho de lo que es comprometerse realmente con Jesucristo. Realmente él es Redentor, y el encuentro con él ha sido muy fuerte para las personas que me rodean. Hoy el comentario tras la misa fue: «han venido muchas personas nuevas, padre». Pues estos acabarán teniendo vida en él.
Un abrazo para todos en Cristo redentor y en San Alfonso.
P. Laureano del Otero
CARTA 11
«La aventura de creer»
Llevo ya cuatro días en España, disfrutando de estos extraños y molestos calores veraniegos. Llevo ya cuatro días echando de menos a aquellos jóvenes de Honduras, que un día me aceptaron y al siguiente me conquistaron. Llevo unas horas haciendo odiosas comparaciones entre estos y aquellos jóvenes. Estos con tantas harturas, aquellos con tantas ganas de vivir. Aquellos con tanta hambre, estos tan satisfechos. Pero unos y otros, estoy convencido, con ansias de aventura y buscando el sentido de su vida. He revuelto entre los papeles arrugados de mi baúl interior y he encontrado una vieja leyenda, que no tiene desperdicio. Es simple, pero muy significativa y sugerente. La recuerdo para ustedes:
Se encontraron una vez un perro y un gato, a la vuelta de la esquina. El perro estaba flaco y el gato gordo.
Qué gordo estás, amigo, le dijo el perro al gato,
Sí. Es que en la casa donde estoy no me falta de nada.
Ah! Pues ya podrías llevarme contigo a esa casa.
Pero pronto observó el perro que el gato tenía el pescuezo pelado y le preguntó cuál era la causa:
Es que me tienen amarrado con una cadena todo el día.
Entonces no quiero ir contigo. Prefiero la libertad a tu comida.
Y ahora caigo en la cuenta que la historia de la humanidad es la historia del hombre por su dignidad. Que la libertad es una conquista inacabada. Y que la fe es una aventura. Y que la duda y la fe van siempre juntas. Y también pienso que la juventud tiene mucho que ver con la libertad, con la fe y con la duda. Comienza la aventura de la fe, al nacer y termina con el último suspiro. Y aún más: se prolonga eternamente entre los brazos amorosos de Dios. La época de la confianza dura, lo que dura la niñez, es decir, nada. La época de la duda, la tormenta y el desconcierto, lo que dura la juventud, es decir: nada, aunque a mí me duró una eternidad como poco. Y la época de la lucha, el resto de la vida.
Bueno, y todos estos prolegómenos, para dar testimonio en favor de los jóvenes que he conocido en el país de la “gran misión”, que se llama Honduras. Fueron aquellos jóvenes de Baraoa los que lograron que yo me levantara a las cuatro de la mañana. “¡Castigo divino!, ¡Fuego de lo alto, si me han gastado una broma!”, pensaba para mis adentros. Pero allí estaban ellos, haciendo oración antes de ir al trabajo o al estudio. Y allí estaba yo con un ojo pegado y el otro sin despegar. ¡No me lo podía creer! Un montón de jóvenes y unos pocos adultos. La primera vez que me ocurre, ver más jóvenes que adultos en la iglesia.
Y pasó una noche, una mañana y una misión. Y me encontré en otro lugar del planeta, que se llama La Ceiba, “pringado” y lleno de pies a cabeza de crema de afeitar. Y todo por una extraña dinámica, que se me ocurrió sobre el compromiso. Más de cuatrocientos jóvenes, el misionero y el obispo, ahí lo ven en la foto, embadurnados con crema de afeitar. Y yo preguntando y provocando a cada joven:
Y tú ¿estás realmente pringado en tu parroquia? Y si Jesús llamase a tu puerta ¿le abrirías? Y si te hablase al corazón ¿le escucharías? Y si él te necesitase como misionero, sacerdote o religiosa, ¿le seguirías? ¿Estarías dispuesto a formar parte de otra familia? ¿Cuántos de los que están aquí se embarcarían en esta aventura de Jesús?
Y de nuevo la gran sorpresa: más de cien manos se alzaron: “¡Yo! ¡Aquí estoy yo! ¡Yo! ¡Cuenta conmigo!”, dijeron muchas voces. Y allí quedaron meditando sobre el extraño modo que tiene Jesús de llamar a los que él elige, contemplando al mismo tiempo las manos pringadas del señor obispo, al cual también le cayó la pregunta inoportuna:
Y usted ¿cree que ser obispo ya es suficiente en la Iglesia del Señor? Es que no está dispuesto a pringarse un poco más y llegar a ser Papa?
Y la mirada que me echó, no era mirada asesina, porque los obispos tienen prohibido asesinar, pero por lo menos de las que matan.
Y volvió a pasar una noche, una mañana y otra campaña de misión hasta que di con mis huesos en San Manuel, de feliz recuerdo y duras peleas. También aquí tuve que madrugar tanto como las gallinas. También aquí los jóvenes fueron la gran bendición y mi gran reto. Cinco grupos juveniles, que llenaban de alegría y vida las celebraciones de cada noche. También aquí estuve a punto de dejar mis huesos en el empeño misionero. Bueno dejé unos kilos, pero me traje los huesos y el corazón de jóvenes y mayores.
Y vuelvo a lo del principio: a apostar por los jóvenes de todos los países, los de Honduras y los de España. Vuelvo a creer en lo imposible: en la esperanza por un mundo mejor. Vuelvo a apostar por la igualdad: igualdad de oportunidades, sea cual sea la cultura o el color de la piel. Vuelvo a brindar, por la vida: que no nos falte la alegría, tan necesario como el pan de trigo o la toritilla de maíz. Vuelvo a imaginar una Iglesia joven, con un espíritu joven: el de las bienaventuranzas, el de la juventud.
P. Arsenio Diez
CARTA 12
«La otra cara de la noticia»
BENEDICTO XVI EN VALENCIA
Cuando salìa de España el 3 de Julio, estaba anuciada la visita del Papa a Valencia, si me piden que jure que el Papa llegò, os puedo decir que no puedo jurarlo. En un rincòn de Honduras rodeado de palmeras de aceite bien altas, a 15 Kms de un municipio populoso llamado Tela intentè conseguir alguna noticia que me confirmara dicha visita. Hay que tener en cuenta que las tareas misioneras no me permitìan el lujo de estar pendiente todo el dìa, lo que puedo decir es que sòlo se ven en esa zona dos canales de tv. y que el domingo precisamente no tienen noticieros. El lunes en la camioneta que me llevaba a una de las aldeas que me tocaba visitar, vi un periòdico, y me dije «esta es la mìa· empecè por el principio y lleguè al final, nada del papa, deduje en mis adentros que serìa un perìodico protestante. Las noticias de tv. del lunes solo las pude ver en parte y nada sobre la visita,ni siquiera comentarios de las personas del lugar, por lo que me hice esta reflexiòn, en este rincòn y en alguno màs quizàs creo que de la visita del Papa, no se ha enterado «ni dios»
BERLÌN
El mismo domingo de la visita del Papa se jugaba la final del mundial, eso sì, el periòdico aludido anteriormente cuatro hojas que son 8 paginas para el evento, incluyendo ampliamente el famoso cabezazo al externòn de un italiano. A Berlìn llegarìan miles de personas por aviòn, trenes, coches autobuses y no sè cuantas cosas màs, buenas carreteras, buenas vìas… Tres dìas despuès a mì me tocò tambièn ir a Berlìn. A las cinco de la mañana se presenta el catequista del pueblo donde estaba alojado y me dice. «padre, ahì vienen de Berlin para «traerle»(aquì se dice asì el llevar), y vienen con un 4 X 4.» Yo pensè què raro si no hay carretera, salì y allì estaba pero era de un «solo caballo» Asì que hacia arriba, al pricipio màs o menos subida suave, pero llegò lo bueno a ratos un carril donde apanas entraban las cuatro patas del caballo pero una detràs de otra. Subir a la cordillera donde se dominaba perfentamente las dos vertientes, muy bonito si no fuera porque el caballo cumpliò su funciòn de llevarme a la capilla, un buen nùmero de personas para la celebraciòn. Despuès a visitar enfermos y mayores, no serìan mayor problema si no fuera porque en las alturas nada es llano y si no subes antes, lo tendràs que subir despuès por haber bajado,y cada casa en su terreno de cultivo, por lo que las distancias se se estiran como chicle. A media tarde se desancadenan unas hermosas tormentas con lo que la tarea misionera concluye, y no solo eso sino que las intenciones de bajar a ùltima hora del dìa se evaporan, ya que toda la montaña es arcillosa y con la lluvia, la bajada hubiera sido de recor por el barrizar que se formò. Lo que puedo afirmar es que en varios dìa pude descansar de noche sin sudar.
LAS TRES HORAS
No piensen que el misionero se ha trastornado con las alturas y bajuras pensando que està en Viernes Santo. Es sencillamente que a ejemplo de Europa, algunos paìses de centroamèrica, han seguido la tàctica de adelantar una hora durante alguno meses para ahorrar energìa. Hasta quì todo normal. Pero «ete aquì» que en uno de los lugares se hicieron esta reflexiòn: Si aquì no hay empresas ni industrias ni nada parecido y ya conocèis los problemas de adaptaciìon de muchas personas, asì que por estas razones y alguna otra, en dicha parroquia se asumiòn como horario el anterior, por lo que la confusiòn para el que llega de fuera fue supina si no especificabas ( y lo normal es que no te saliera especificar para quedar en una hora determinada) Tenìamos la hora antigua, la hora nueva y la hora de la «zona» como sucede en tanto sitios de estas latitudes.
LA GOTA GORDA
Se dice que cuando un trabajo es duro, se suda la gota gorda. Aquì no hace falta trabajo para tal cosa, pero si encima tienes que andar de una parte a otra, entonces es gordìsima. Se bebe porque se suda y se suda porque se bebe de tal forma que se te olvida hasta de orinar, lo cual està bien porque a veces resulta complicado. La gorra misinera muchas veces hace de canalòn que se pone en los tejados y va recogiendo el sudor pe todos lo poros de la cabeza y por un lado cae como un chorro continuo de sudor. Las saunas se quedan eneanas comparadas con algunos momentos de las caminatas misioneras. Sòlo he logrado hasta ahora rebajar un punto de la correa, eso sì el lìquido que se bebe, sale por todas partes menos por una.
Hasta la pròxima.
P. Juan Bautista
CARTA 13
Fin de la cuarta etapa de misión (Tela)
Después de un tiempo sin novedades misioneras un saludo cordial a todos los que nos seguís en la Santa Misión de San Pedro Sula y nos tenéis presentes en la oración.
Finales de julio, fiesta de Santiago Apóstol, final de la 4ª etapa misionera, días de descanso para los misioneros… y la Santa Misión sigue caminando etapa tras etapa, paso a paso. Unos misioneros se van y otro vienen con nuevas fuerzas…
Terminó la 4ª etapa misionera en la parte más occidental del estado de Atlántida, las parroquias de Tela, Arizona, La Masica, San Juan Pueblo, Mezapa, Esparta e Islas de la Bahía.
Un total de 50 misioneros sacerdotes, laicos y religiosas, junto con los párrocos y Mons. Ángel Garachana compartimos una jornada de evaluación de esta etapa misionera. El lugar del encuentro fue en las inmediaciones preciosas de la ciudad caribeña de Tela.
Entre todas las parroquias misionadas se han constituido unas 840 Comunidades Eclesiales, como dato indicativo de la incidencia de la misión. La evaluación realizada trata de identificar luces, sombras, retos y propuestas de futuro para cada parroquia y sus sectores correspondientes.
Nada en esta vida es perfecto, por lo cual se constataron sombras pero siempre con el realismo y optimismo justo y necesario. Alegría grande se respiraba… fruto todo ello del Espíritu Santo que como huella permanente ha dejado la Santa Misión en los corazones de mucha gente sencilla y necesitada de la escucha de la Palabra y el encuentro en comunidad.
La Santa Misión ha supuesto el descubrimiento de nuevos líderes, la creación de grupos juveniles, el nacimiento de cientos de Comunidades Eclesiales… y el gozo inmenso de la celebración alegre y compartida.
Ni que decir tiene que uno de los frutos de la Santa Misión es más trabajo, más disponibilidad para el acompañamiento… por parte de los respectivos párrocos, sacerdotes y responsables de las comunidades. Un agradecimiento sincero para ellos de parte de los misioneros. Gracias por vuestra acogida amable, por vuestra disponibilidad, por vuestra confianza… por todo.
P. Manuel Cabello
CARTA 14
Mi experiencia misionera en Lempira-Arizona
Quisiera compartir mi primer contacto misionero en esta Santa Misión de San Pedo Sula.
Ya ha terminado la cuarta etapa misionera. Faltan dos para cubrir toda la diócesis de San Pedro Sula. Cuatro meses de misión, muchos misioneros, sacerdotes y laicos, mucho esfuerzo y mucha oración desde muchos rincones del mundo. Gracias por ella porque gozamos sus frutos.
Hemos hecho evaluación, propuestas… Y estamos dispuestos para la próxima etapa. Será en la grande y difícil ciudad de San Pedro Sula. Pero ese es otro capítulo del que ya os contaremos más adelante.
Aquí hay misioneros que llevan casi tres meses de trabajo misionero. Algunos están cansados… por el trabajo, los años o las enfermedades pero llenos de recuerdos, rostros, cariños… y de esa satisfacción interior que produce el trabajo bien hecho. Todo ofrecido gratuitamente a Dios y al pueblo hondureño.
Otros misioneros están llegando con fuerzas nuevas, con preguntas en su cabeza, con incertidumbre… ¡Qué bonito ver cómo el anuncio del Señor es constante y no tiene dueño! Todos a la vez, cada uno en su momento y con los dones que Dios le ha dado.
Yo soy de los últimos en llegar; unos quince días. Distintas razones… me retuvieron en España. Pero aquí estaré, si Dios quiere, hasta terminar lo que otros misioneros iniciaron.
Llegué con la cuarta etapa ya iniciada así que me ha tocado incorporarme a mitad de misión. Un poco descolocado, viendo como otros han hecho mi trabajo… y dispuesto a todo, y nunca mejor dicho. Llegué a la parroquia de Arizona en la costa caribeña en el estado de Atlántida. Una parroquia con 70 aldeas y muchos kms cuadrados. Estas parroquias no se parecen a las de España casi en nada, solo en el nombre. Comencé mi último tramo de viaje desde el centro de la parroquia al sector de Lempira. Dos horas de viaje en 4×4 por caminos de tierra y otras 4 horas de caballo y botas hasta mi destino en medio de grandes valles, montes y ríos. Ni que decir tiene que era un continuo sube y baja, no hay puentes (sólo brincando o vadeando con las botas en las manos), lluvia, barro…En fin un lugar lleno de verdes bosques, aguas bravas… todo precioso, pero… donde el anuncio del Evangelio es más auténtico que nunca. Cinco aldeas: Lempira, Nombre de Dios Morazán, Brisas, San Antonio y Nombre de Dios Tela. Se encuentran en un gran valle de la sierra de Nombre de Dios, bien conocida por aquí. Son lugares donde no hay luz eléctrica, ni agua potable, ni buenas comunicaciones… y todo lo que ello conlleva en una vida diaria en lo concerniente a la alimentación, a la higiene, a la educación de los niños y a la economía en general. Son hombres y mujeres que pelean con unas montañas y una tierra dura y difícil para el cultivo. Trabajan muchísimo para dar razón de ser a una mera y casi única agricultura de subsistencia: arroz, frijoles, maíz y algún animalito que otro, especialmente gallina. La vida allí es dura y se nota en los muchos y graves problemas de salud, en la falta de ecuación y cultura…
No es exagerado decir que la Iglesia es casi la única institución que realmente se preocupa por ellos. Por eso viven la Santa Misión como una gran bendición. Son hombres y mujeres sencillos… pero con una fe tan grande que sí que mueve montañas. Fe sencilla en todo pero auténtica. Una fe que da razones para vivir, que ilusiona y que aporta ese humus necesario que todo grupo humano necesita para seguir siendo plenamente humano y no otra cosa. Bien lo expresa el lema de la Santa Misión: «Iglesia en misión; para que tengan vida en Él»
Me he sentido bien con ellos. Han compartido lo que tienen con el misionero, me han dado lecciones de humanidad y de fe en Dios. Especialmente los Delegados de la Palabra. Verdaderos hombres de Dios comprometidos con su comunidad de fe y con su aldea.
Una vez más el tópico: si Dios no está allí ¿dónde va a estar sino? Todas las penalidades son anécdotas cuando está en juego lo más sagrado de las personas. La vida se ve de un modo muy complicado por un lado y muy simple por el otro. ¿no se entiende? Sí cuando estás entre ellos.
No me puedo olvidar de mi “ángel de la guarda” que es una monjita joven llamada Lilian. Ella me acompañó, me abrió puertas, me orientó, me aconsejó… Ella les visita todos los meses o cuando sea necesario. Es pequeñita de estatura, de edad, quizá de formación pero gigante frente a mí en corazón y amor a Dios en esa gente. Al igual que sus dos hermanas que dedican su vida, su vocación, a dar voz a los que por “pena” (timidez) o por falta de cultura no tienen voz y pocas posibilidades de tenerla ante tanda dejación y abandono. Son mujeres valientes, fuertes y entregadas en todo.
Dicen que más vale una imagen que mil palabras. Quizás un día las puedas ver. De momento supongo que es suficiente para compartir contigo la vivencia de una parte de la misión y pedirte una vez más tu oración solidaria o lo que consideres necesario.
No tengas dudas: los misioneros no somos héroes… por vivir y contar lo que vemos. Sí tratamos de ser voceros y acompañantes de estas gentes. No se si con la misma pasión y generosidad que ellos practican con nosotros, pero con esa intención se lo pedimos al Señor cada día. Que el Señor nos bendiga y nos ampare siempre para ser sus mejores portadores en la Diócesis de San Pedro Sula.
Que el Señor te bendiga y la Virgen del Perpetuo Socorro te asista siempre.
Un abrazo
P. Manuel Cabello
CARTA 15
«Yo soy Jesucristo»
Honduras es un pequeño país situado en el corazón de América. Su grandeza reside en sus gentes y en su fe.
Honduras es un Paris hambriento: hambriento de paz, de justicia y de Dios.
Honduras es un país alegre lleno de ritmo y color tropical. Que vive en fiesta, y también su fe la vive como una fiesta
Honduras es un país creyente. Necesita creer. Y en su credulidad esta su fuerza y su flaqueza.
Y aquí empalma la historia de este mes que recoge la prensa a toda plana: “LLEGA JESUCRISTO”. ¡Como lo oye! ¡El mismísimo Jesucristo en carne y hueso! ¡Qué suerte la de este pueblo! ¡Por fin llega el gran libertador! ¡Qué notición! Jesucristo acaba de aterrizar, procedente de Puerto Rico, que no de Jerusalén. Dos muchachas jóvenes lo preceden, dice que son sus ángeles, y doce guardaespaldas lo custodian. El nuevo Mesías es apuesto, atrevido y provocador:
Jesús de Nazareth tenía doce criminales de guardaespaldas y yo también, porque soy Jesucristo. Dios se encarnó en mí. Yo soy Jesucristo en su segunda venida. Muchos se burlan de mí, pero esos incrédulos arderán por toda la eternidad, pues la Biblia ya habla de mí…!
El revuelo es descomunal y las opiniones encontradas: “Es un loco y un impostor”; “Que lo metan en la cárcel”; “El Presidente debería prohibirle la entrada”, Así opinaban algunos. Sin embargo otros estaban felices: “Ya era hora que viniese Jesucristo, ya nos cansábamos de esperar”. Y yo disfrutando como los indios de esta “relajo” mesiánico y apocalíptico.
Pero como el tiempo todo lo aclara, al cabo de cuatro días la novedad se acaba, vuelve la cordura y el falso mesías se va por donde ha venido sin dejar rastro. Tal vez haya captado algún incauto adinerado, que justifique el fin de su visita. El periodista asegura que el nuevo Jesucristo ha hecho de la fe “el negocio de Dios”. Reside en Estados unidos, desde donde dirige su negocio: “Vive entre el lujo pero sin pecados y con la idea de instalar el gobierno de Dios en todo el mundo. Pero antes piensa destruir la Iglesia católica.” ¡Je, je! !Animalico él!, destruir la Iglesia católica. No lo hemos conseguido los católicos en miles de años como para lograrlo ahora este aventurero fanfarrón.
Y, cuando vuelva el Señor ¿encontrará fe en la tierra? En España no mucha, la verdad, pero en Honduras seguro que sí, porque Honduras es un pueblo creyente a carta cabal. Y es que si no lo fuera, ¿cómo podría aún tener fe en sus dirigentes o cómo pensaría en el futuro con esperanza? Tal vez porque las cosas ya no pueden ir a peor. La fe mueve montañas, dice el evangelio. Yo creo que también mueve corazones y creo que es el motor de este pequeño y gran país
P. Arsenio Diez
CARTA 16
¡Hola amigos!
Ayer mismo llegué a San Pedro Sula de mi primera etapa de misión. Estoy muy bien despues de los 15 días desconectado del resto del mundo.
Hemos estado misionando en la zona 4 de la diócesis. Yo en concreto estuve en la parroquia de Santa Rosa en Mezapa, en el sector de VillaFranca, junto a Roberto un sacerdote joven paul, tambien español, aunque trabajábamos cada uno en sectores diferentes.
La misión ha sido dura y complicada (aunque gracias a Dios no hay nada importante que lamentar).
El abandono de esta zona es increible, no solo político, sino tambien religioso. Aún así la gente permanece y persevera en su humilde y bien fuerte fe.
Allí lo católicos eran minoría, pues hay muchos «hermanos separados» que no siempre nos respetan.
Las distancias son bien largas, así que muchos para tener una celebración o una oración, tenían que caminar una o dos horas. Imagínense, ser cristiano, vivir y celebrar nuestra fe acá es bien costoso, aún así vinene todos los días, llueva o haga un sol insoportable, con luz del día o en la oscuridad de la mañana o de la noche. Me resulta inevitable pensar en nuestra fría y acomodada España, con lo fácil que tenemos todo y lo que pasamos de la Iglesia, de Dios…
Acá la gente es maravillosa y muy agradecida. Te ofrecen todo lo mejorcito que tienen. Todos uqieren participar en las reuniones; todos comparten un poquito, y en su oración lo que más me sorprendió es que esta gente no tienen nada de vergüenza de pedir a Dios, de presentarle sus vidas y las de los suyos, de presentarle su pobreza y su fe… porque como dicen «primero Dios».
Acá la vida es verdaderamente un milagro.
Los niños han sido supercariñosos con los misioneros. Lo más duro es la realidad en la que tienen que vivir, y no me refiero ya a la pobreza material. los niños acá son verdaderamente los últimos. Sacados de la escuela en segundo o tercer grado y puestos a trabajar (eso si los profesores no estan de huelga, creo que en estas dos semanas tendrían clase 4 o 5 dias). Los niños han sido los más enfermos, desde paralíticos por «descuidos» de los papis, a epilépticos, cuya causa decían ser el haber mirado a una lechuza (las supersticiones son exageradas), niños medio ciegos, sordos, mudos… y lo que más duele es el abandono tan absoluto de sus familias. Niños casi siempre abandonados por sus padres, criados por sus abuelos o por cualqiuier otra familia (en la que yo me quede habían criado a más de 35), hermanos de todos tipos, medios, cuartos, hermanos hijos de hermanos, hermanos primos, o sobrinos hermanos, un autentico lio de familias que con toda seguridad estos modelos no habran salido reflejados en el encuentro de Valencia con el Papa.
La juventud acá estan tan alejada de Dios como allá, y muy sedientos de conocer a Jesús. Es díficil encontrar a jóvenes, no solo porque en estas zonas uno pasa de ser un «güirro» o un «cipote» a ser directamente mayor con 5 ó 6 hijos a los 28 años. Otros han marchado como mojados a los Estados Unidos o desean llegar a España, otros poquitos se marchan a la ciudad a trabajar en las maquilas (talleres de ropa), y muy muy pocos son los que sedeciden a estudiar un poquito más.
A pesar de todo la gente es bien alegre y feliz. Valoran todo lo que tienen. Confían plenamente en Dios, y sus vidas las ponen en sus manos. Trabajan duro en el campo. Acogen a todo el que llegue a su casa. Celebran como si todos los días fuesen un gran regalo del cielo, una gran fiesta. Cantan y cantan con sus alabanzas y con esas voces chillonas, y esas palmas arrítmicas que al final solo te pueden hacer reir y unirte a la fiesta, claro que yo con mi voz y mi poco sentido del ritmo me resultó bien facil.
Verdaderamente Jesús ha pasado por estas aldeas, y ha ido derramando su Vida. Una Vida que acá toma todo el sentido. Una Vida de la que ellos y yo nos hemos llenado para seguir haciendo realidad el Evangelio, la Buena Noticia de Salvación.
He vivido la experiencia más bonita y más real de un Evangelio vivido día a día. La Palabra de Dios encarnada en cada momento. Parecía que los evangelios se acababan de escribir. Acá uno conoce mucho más con quienes se movía Jesús, quienes eran sus favoritos, a quienes iba dirigido su mensaje de amor. Son ellos los pobres, los sencillos, las gentes del campo, los que mejor son capaces de entender qué significa aquello de que la Palabra cayó en tierra fértil, que el árbol da muchos frutos, que hay que salir a los caminos a invitar al banquete del Reino, que los niños se acerquen, que hay que dar de comer al hambriento, y vestir al desnudo, consolar al triste o visitar al enfermo… Acá la Buena Noticia se hace Vida, Jesucristo es redención y Vida para quienes les siguen.
En fin amigos; que muchas gracias por vuestras oraciones, correos y cercanía. Seguid aorando por este pueblo de Honduras y por una Iglesia que siempre será misionera.
Un fuerte abrazo y hasta pronto.
Miguel Castro
CARTA 17
Mis queridos hermanos y amigos.
Ya estamos de nuevo en plena faena, misionera. Esta vez por Atlantida, departamento bonito y más suave que los anteriores, aunque es costa se siente el fresco y corre el aire un poquito, se suda lo mismo, pero diferente.
Estoy en Jutiapa, en el sector 2. Tengo aldeas grandes y bonitas; y otras un poco más difíciles por ser una zona montañosa.
En el ambiente se nota que son gentes religiosas y muy sencillas. Es una zona de campesinos, dedicados a la agricultura y la ganadería, bien tranquilos, aunque se siente mucho la injusticia en el reparto de tierras y la administración de las mismas. Hay mucho dinero que se pierde en el camino y que supuestamente va destinado a los campesinos para la promoción de sus cultivos y mercado y por eso hay violencia interna entre los grandes y los pequeños. Como siempre, el que acaba cediendo, perdiendo y muriendo a machetazos es el pequeño e indefenso pobre.
Hay mucho trabajo por delante en esta etapa. Existen muchas comunidades, jóvenes, niños… Pero la propagación de las sectas protestantes es terrible; por eso hay que estar listos, y darles un poco de vida y ánimo a esta gente, porque si no, se los comen.
Me quedo esta vez en la parroquia Ntra. Sra. del Tránsito que pastorea los hermanos de San Viator. Hay tres padres muy buena onda, dos jóvenes muy comprometidos con la realidad y lucha social del campesino…
Que Diosito me los bendiga.
Un fuerte abrazo a todos.
P. Domingo Sánchez
CARTA 18
¡Hola desde estas tierras hondureñas!
Con pena por mi parte y por parte de quienes me rodean se acerca el día de regresar a España. La gente es muy agradecida y receptiva y merece la pena sacrificarse por ella. Me ruegan encarecidamente que me quede con ellos. Dicen que soy un sacerdote menos serio que los de aquí… o si preferís, más chistoso y cuentista. Nos entendemos muy bien.
La celebración final de «comunidad de comunidades» un éxito.
Los seglares lo hacen muy bien. Las comunidades que han visitado y dirigido ellos han funcionado tan bien como las que dirigimos los misioneros. Son las menos.
Lo que pasa es que se quedarán sin eucaristía durante temporadas y sólo a merced del delegado de la Palabra, frente a seis o siete pastores protestantes en cada sector y eso que seglar por seglar están mejor preparados los católicos. Pero los nuestros lo están tomando en serio y ya les hacen frente con argumentos muy bíblicos y sabrosos.
Esta semana es la de los pregones. Yo sólo los hago en un lugar. En los otros tres lo hacen los seglares con símbolos incluidos. Sí hago la oración todas las mañanas en dos sitios, en Buenos Aires todos los días y en los otros alternando.
Sigo visitando enfermos con experiencias muy tristes y frustrantes.
Los jóvenes de los cuatro centros quieren que vaya yo con ellos y como me han puesto la reunión a las seis de la tarde, no puedo acudir a los cuatro. Aquí los jóvenes nos aceptan, aunque seamos viejos y los niños nos comen a besos.
Una experiencia: Aquí no hay tantas muertes como en otros lugares. En mis sectores solo ha habido dos y las dos para robar el móvil. La gente no se atreve a salir de casa por la noche, ni a caminar solos.
A las cinco y media de la mañana, todavía es noche. Iba con la señora de la casa donde vivo, hacia la iglesia. La Misa era a las seis. Llega un joven por detrás en bicicleta, se baja, saca la pistola y nos encañona. Y lo primero que exige es que le demos el reloj, yo traje uno viejo para esto, después la cartera. Le dije: No llevo cartera. Le di unos lempiras, por el valor de un euro y medio. No me registró, pues me guardé los billetes de más valor. A la señora le quitó el reloj y el anillo. Apareció un bus a los lejos y comenzó a gritar: «De prisa, de prisa». Como se acercaba, nos dijo: Váyanse.
Yo conservé la serenidad y celebré y prediqué normal. La pobre señora iba mal, le temblaban las piernas, etc. Todos los días nos acompañaba el hijo de la señor y ese día nos fuimos sin esperarle y en seguida nos asaltaron. Quizás fue mejor, pues el hijo lleva pistola y pudo armarse un lío. La noticia salió en la radio, no sé quién la denunció, pues es peligroso para el denunciante.
La historia siguió, por parte del ladrón: Asaltó un matrimonio, más tarde a una joven, después a un hombre que iba con una paila (coche), éste le hico frente con otra pistola, el ladrón montó en la bicicleta y huyó, pero el conductor lo cogió y lo mató, quedando desfigurado, irreconocible. Reacción de la gente: Castigo de Dios por haber robado a un Padre.
Por mi parte: Al día siguiente apareció en mi mochila un reloj mejor que el robado. No me han querido decir quién me lo dejó y me regalaron dos camisas. Ahora a todos los sitios me llevan en carro. Me viene bien pues tengo un «ojo de pescado» en el pie que me molesta muchísimo al andar.
Este percance no me ha tocado el optimismo, pues lo principal, la misión, va muy bien.
Estuve haciendo oración sobre una niña a la que habían puesto una inyección que se infectó. No podía andar. A los dos días ya bajó andando a la celebración a cuatro kilómetros de distancia. Aquí eso es un milagro, ahí en España sería…
Saludos a todos y perdonad que no disponga de tiempo para escribir a cada uno en particular. Pues me estáis enviando unos mensajes muy lindos. Tengo que salir de España para darme cuenta del amor que me tenéis.
Os echo de menos. Agradezco las oraciones y el aliento que me dais.
Que el Señor os bendiga. «Lo primero Dios».
Besos y abrazos
P. Benigno Colinas
CARTA 19
«Un mes en Honduras»
Ha pasado ya un mes desde que llegamos a Honduras, esta tierra que ya se ha hecho familiar para los redentoristas. A ella llegamos los siete primeros misioneros, a los que se irán uniendo los diez restantes hasta completar el número de 17 procedentes de España más los cinco que se unirán desde Centroamérica.
Y la acogida no ha podido ser más calurosa, por parte de la gente que estaba hambrienta de este tiempo de gracia, y por parte de nuestros cohermanos redentoristas que están en contacto permanente con nosotros.
Después de unos días de aclimatación y de trabajo elaborando los materiales que aún no estaban preparados iniciamos la primera etapa de la Misión. Las parroquias de Villanueva, Cofradía, Río Lindo, Santa Cruz de Yojoa, San Antonio de Cortés y Pimienta-Potrerillos han sido las primeras en celebrar la Misión.
Y en el día a día hemos ido conociendo la nueva realidad hondureña. Una pobreza que va a más; impresiona ver cómo vive la mayor parte de la población en unas condiciones que no llegan a lo mínimo para ser dignas. Un clima de violencia que tiene a todos asustados, también a los misioneros, y que hace que vayas viendo como normal encontrar cada semana a algún asesinado por las calles de tu parroquia. El fenómeno de las sectas, que avanza a un ritmo lento pero preocupante; en la diócesis la proporción se acerca al 35 %. Y por último el clima tropical, con un calor que ha llegado a ser asfixiante en las primeras semanas.
Y junto a esto una gente sencilla y buena que acoge con el corazón y que pone a disposición del que llega lo poquito que tiene. Un pueblo con una generosidad impresionante, que responde a las necesidades que van surgiendo poniendo en juego lo mejor. Una gente que vive la fe con entusiasmo y que deja todo por aprovechar cada una de las oportunidades que ofrece la Misión.
Después de la evaluación realizada hemos podido constatar la alegría que ha producido en todos. Han sido más de mil las Comunidades Eclesiales que han quedado constituidas, y todas muy numerosas. Y en la semana de predicación la respuesta ha sido de gran entusiasmo. Se han multiplicado los centros de predicación, ya que además de los sacerdotes misioneros hemos contado con un grupo de religiosas y de misioneros laicos preparados previamente para ello. A todos nosotros se han unido los Delegados de la Palabra de cada comunidad, que han hecho llegar el mensaje a los lugares más apartados.
La respuesta de los niños y de los jóvenes ha sido especialmente buena, y esto en una tierra en la que más de la mitad de la población no supera los 20 años.
Al concluir esta primera etapa hay satisfacción en los misioneros. El trabajo ha sido muy intenso porque somos pocos y es imposible llegar a todos; pero hemos comprobado que la gran riqueza de esta Iglesia son en este momento los laicos. Ellos son los que van a asegurar la transmisión de la fe en los próximos años. Y las Comunidades Eclesiales van a ser el medio para formar a la gente y para hacer posible la experiencia de la comunidad tan necesaria en el ambiente que se vive en Honduras.
Hemos comenzado ya la segunda etapa. A los que llegamos primero se han unido el P. Antonio Lizarraga desde España, y los PP: Santiago y Manuel Villagrán desde Centroamérica. Juntos vamos a colaborar con las comunidades cristianas de Puerto Cortés, Cuyamel, Baracoa, Choloma y López Arellano; en estas dos últimas en medio de un clima difícil por la fuerte presencia de las maras, grupos de pandillas juveniles especialmente violentas.
Contamos con vuestro apoyo y vuestra oración que, os aseguramos, llega con fuerza hasta aquí.
P. Pedro López
CARTA 20
«Una gran familia»
Así se comienza la canción final de la misa: ‘Somos una gran familia, María, alegre y misionera…” No se preocupen, que cuando nos veamos se la canto
Hace ya dos meses que se inició esta gran misión en La diócesis de S. Pedro Sula. Y en una gran misión se aprenden muchas cosas. Yo, por ejemplo, he aprendido que la Iglesia de Jesús es muy grande y que se a veces no logro entender lo que ocurre dentro de ella. Y he aprendido que hay otra Iglesia más pequeña, que es la Iglesia de Honduras. Pero también ésta se me escapa. Sin embargo hay otra Iglesia aún más pequeña hecha a la medida e mi cabeza y de mis hombros. Esa sí puedo entenderla y en ella, sí puedo colaborar.
Y he podido comprender muchas cosas más. Por ejemplo que la Iglesia no son piedras sino personas. Y que la Iglesia tiene lugar donde los creyentes se reúnen en el nombre del Señor. Me lo decía un animador de estas comunidades: “cada cristiano es un templo del Espíritu y todos juntos la Iglesia del Señor”. También he comprendido en esta misión que la Iglesia existe para evangelizar y que la evangelización es la esencia de la Iglesia. Se trata de una Iglesia hecha de comunidades, unas más grandes que otras y de personas, pero todas en comunión; una comunión de personas y de comunidades. Pequeñas comunidades misioneras: Comunidades Eclesiales, decimos en esta gran misión de Honduras
En la parroquia donde ahora estoy, la Natividad de La Ceiba, se han formado más de doscientas cincuenta de estas comunidades. Y varios miles de Comunidades Eclesiales las que seguirán “haciendo Iglesia” cuando termine la misión. Varios miles, ha leído usted bien.
Las comunidades eclesiales son lugares de encuentro de creyentes, de oración, de formación en la fe y de compromiso. Por eso son comunidades misioneras. Y en ellas los laicos, es decir los animadores son los nuevos misioneros. La Iglesia se hace presente de este modo en los hogares, en los barrios y en el corazón de las personas mas alejadas.
Son comunidades nuevas y jóvenes que suscita el Espíritu del Señor Resucitado.
Son comunidades mixtas donde tiene la misma importancia la presencia de la mujer como la del hombre.
Son comunidades misioneras porque hacen suyo y viven el mandato de evangelizar.
Son comunidades alegres porque viven la fe como una fiesta.
Son comunidades sólidas y duraderas porque su fundamento es el Señor Jesús.
Son comunidades eclesiales porque hace realidad la iglesia de Cristo.
Son comunidades familiares porque en ellas cada noche se hace amor y encuentro la gran familia de los hijos de Dios.
Pero la iglesia no solo son grupos, movimientos y comunidades. La iglesia son personas alegres, con espíritu joven, dinámico y comprometido como Yacanna. Les aconsejo que no intenten aprenderse el nombre, pero asómbrense con su testimonio lleno de generosidad y valentía:
– ¡Hola! Mi nombre es Yacanna y tengo 23 años, deseo compartir con ustedes una experiencia maravillosa que ha llenado mi corazón en estos días: soy misionera del Señor. ¡Se me sale el corazón cuando lo pienso! Mi compromiso en la parroquia se reducía a ser catequista de niños pero ahora he pasado a ser catequista de adultos. Sentí la voz del Señor que me llamaba a dar un salto total, y respondí a su llamada. Al principio con dudas y con temor, pero ahora con alegría y gozo. No sé lo que me va pedir el Señor de ahora en adelante. Tengo miedo de lo que me pueda pedir, pero mi deseo es seguir siendo misionera y responder a Jesús como lo hizo su madre Mar. Que Dios les bendiga…
Así es que no tengamos miedo, porque Jesús esta con nosotros hasta el final de los tiempos. No tengamos miedo porque la frágil barca de Pedro nunca se hundirá.
La Iglesia no se tambalea por los pecados de los creyentes, sino por la ausencia de Jesús.
La fortaleza de la Iglesia no esta en sus dogmas sino en la coherencia de los bautizados.
La Iglesia es fuerte si Jesús dentro de ella es fuerte.
La Iglesia es creíble no por lo que dice, sino por lo que hace a favor de las clases más pobres y necesitadas.
La Iglesia de Jesús eres tú. La Iglesia de Jesús soy yo.
Un gran abrazo misionero para todos.
P. Arsenio Diez
CARTA 21
«¡Primero Dios!»
Es tiempo de lluvias y de huracanes en la costa caribeña. También es tiempo de gracia y tiempo de despertar. Pero por encima de todo es tiempo de misión para toda la Iglesia de Honduras. Y para toda la Iglesia del Señor, que lo necesita, más que la Tierra al sol. Misión para una Iglesia adormilada. Para una iglesia que vive de recuerdos de tiempos pasados; tiempos gloriosos que se fueron y no volverán. Tiempo de misión para una Iglesia que debe ser misionera en todos sus miembros y en toda su estructura. Lástima que al misionero aún se le asocie a chinitos, bautizos y negritos. Debe de haber en algún remoto país de África un negrito que lleva mi nombre, gracias a los cinco duros que deposité en la hucha del Domund, y que aseguraban un nuevo hijo de Dios y mi propia salvación, según me enseñaron: “quien salva un alma salva la suya”. Y ahora me pregunto: y ¿si en lugar de cinco sólo hubieran sido cuatro duros? Ah! Entonces el negrito se hubiera quedado “moro”… Pero bueno, eran tiempos pasados.
Ahora estamos en Honduras, en una Iglesia joven y libre de siglos pesados de historia. Una Iglesia, huérfana de sacerdotes, y donde los laicos son protagonistas en la celebración y el testimonio de la fe.
Al tiempo que escribo esta letras, acuden a mi memoria muchos ejemplos, de esos que ayudan a caminar y a vivir en la esperanza. Uno de ellos se refiere a esa joven pareja que tienen en la foto, responsable de la misión en su sector. Trabajan los dos para ganarse el pan de cada día y se toman muy en serio la educación de sus hijos, al tiempo que se vuelcan en la misión. Tendrán sus problemas y preocupaciones, pero yo les veo felices. Reúnen a sus vecinos en su casa o debajo de un árbol, lleno de avispas; avispas católicas, sin duda, pues nos respetan mientras celebramos la eucaristía. Les pedí unas palabras, y muy complacientes, escribieron:
– Participar en la misión como matrimonio, es un enorme privilegio para nosotros. Saber que Jesucristo nos necesita para que llevemos su mensaje a los pobres, es una gracia del cielo. Además de hacerlo como pareja, lo hacemos como familia, pues el trabajo misionero nos compromete ante nuestros hijos. Así les educamos en la fe y en la misión.
También he conocido a María ¡Por fin encuentro un nombre normal! María es un viejita que no sabe leer y que a duras penas se sostiene económicamente. Su hija se fue regalándole dos nietos. Tiene el rostro surcado de arrugas y tostado por el sol. Cuando le digo que así de moreno quiero ponerme yo, se ríe a mandíbula batiente y deja ver cuatro dientes picados y podridos. Dice que está estudiando para poder escribir y su nombre y leer la Palabra de Dios. Y dice más:
-Ya llevo muchos años en la misión de la iglesia. No hago nada, porque no sé leer, pero acompaño. Madrugo a las tres de la mañana y vendo churritos, golosinas y baleadas en una caseta de la escuela. Me llega para comer y para pagar el alquiles del cuartito…
Y también me ha sorprendido Hermes, que es un personaje tan pintoresco que parece sacado de los libros de caballería. Todas las puertas se le abren y conoce a todos por su nombre. Cuando entramos en la casa de un enfermo le dejo hablar porque dice palabras llenas de sabiduría, sabiduría popular, y de consuelo. No sé de donde saca tanta bondad. Y por añadidura, no deja de reírse. Yo creo que es el resultado de su nerviosismo, pero a todos contagia alegría y optimismo. Además emplea un lenguaje trasnochado y novelesco al tiempo que va haciendo venias a todo el que pasa a nuestro lado. A los hombres les trata de “caballero”, a las mujeres de “señora mía” y a las abuelas de “joven”, con lo cual todos se sienten importantes a su paso. Sólo le falta el “papamóvil”, le digo, para ser otro Juan Pablo II. De nuevo se parte de risa y me resume su historia:
– Así es, ¡primero Dios! No estoy casado, pero me dedico mucho a mi Iglesia. Yo soy bien allegado y alabo al de arriba ¡Primero Dios! Me gusta hacer el bien y echar una platicadita con los conocidos que me encuentro. Y entonces evangelizo y hablo de mi Dios. Porque yo soy católico, ¡primero Dios! Más de una vez me han macaneado los evangelistas pero no me han hecho gran mal. Porque yo confío en mi Dios. Si me corren de una casa, me voy y les deseo la paz. Así es, pues ¡Primero Dios!…
Debo decir que la misión que estamos celebrando en toda la diócesis, descasa sobre los laicos. Ellos son los protagonistas. Muchos de ellos lo son a tiempo completo y muchos más a medio tiempo. Y esta dedicación no les exime de otros trabajos y compromisos
-Cuanto más me dedico al Señor, más amo a mi familia, me dice Elik, un padre de familia fortachón, de los de machete, caballo y sombrero de ala ancha. Nunca mi familia ha estado tan unida como ahora que yo me he convertido en misionero.
También yo me siento más misionero al lado de estos “otros” misioneros. Siempre me he considerado un tipo con suerte, y ahora más. Salud y paz desde el corazón del trópico ¡Primero Dios!
P. Arsenio Diez
CARTA 22
Hola, estoy en cuatro poblados de Puerto Cortés, el puerto más grande de todo el Caribe.
La zona está económicamente mejor que la anterior: mejores casas y caminos más llanos. Hay menos miedo a los mareros; aunque sí mucho miedo a los ladrones. Nadie se atreve a dejar la casa sola ni un solo momento.
Estoy hospedado en una familia sencilla y acogedora. Están, sin comodidades y sin incomodidades, excepto las propias del clima, etc. A pesar de que decían que aquí estaba el «tigre asiático» un terrible zancudo, yo no los he notado ni me han molestado.
Ahora he comprendido el sentido de esta misión y el buen planteamiento que tiene para que los seglares sea los protagonistas- Están muy bien preparados y hasta manejan con soltura y con eficacia y sentido los símbolos. Creo que de esta manera se comprende el por qué de tan pocos misioneros sacerdotes. No somos necesarios.
Los Padres paules han preparado muy bien la misión y la gente está respondiendo muy bien. A mí me toca atender cuatro poblados: Vivo y hago todo en uno y después repito cada día en otro distinto; pero el seglar responsable lo ha ido haciendo al mismo tiempo en el respectivo poblado.
Atiendo un poblado, Palermo, donde todo lo han preparado los jóvenes. Ellos han buscado las casas, hacen de animadores, y buscan hospedaje para el misionero el día que me toca con ellos. En este poblado tienen eucaristía 1 vez al mes, visito otro que la tiene una vez cada dos meses.
La catequesis de niños la llevan muy bien los catequistas.
El párroco, P. Mikel Sagastagoitia lo tiene todo previsto. Es un trabajador y organizador extraordinario. Lo hace muy bien. Son de alabar estos Padres Paules.
Sí que estoy alarmado por la enorme cantidad de protestantes que hay. A ver si con la misión animamos a los católicos a salir a la calle. Ya lo han hecho muy bien. A las asambleas asisten muchos y en edad joven. Faltan hombres, como en todas partes menos en el futbol.
Gracias por tu oración y recuerdo.
P. Benigno Colinas.
CARTA 23
Queridos amigos.
Después de un mes por tierras hondureñas ha pasado la primera etapa de misión, y doy gracias a Dios por ella. Ha sido una gran experiencia. Podría contar lo incomodo y malo que ha ocurrido pero no lo haré pues ha sido lo menos. Sólo podría contar cosas buenas. Personalmente ha sido algo impresionante, un choque muy grande con una realidad a la que no estamos acostumbrados, pero uno se hace a ella, aprende y acepta. Esta etapa misionera ha sido gratificante y creo que ha merecido la pena el trabajo realizado, que ha sido mucho y duro.
Las personas que Dios ha ido poniendo en mi camino han sido una bendición. Hemos gozado de la misión, creo que les ha servido de mucho y lo agradecen enormemente. Son gente buena, pobre, y generosa hasta decir basta, todo un ejemplo del que yo me empapo cada día.
Es cierto que la miseria y la incomodidad es impresionante, pero se olvida uno de ello cuando consigues hacerte uno más del pueblo, ellos te aceptan como eres y reciben lo que les enseñas o trasmites, y la verdad es que están sedientos de Dios y de escucha.
Ahorita comenzamos la segunda etapa misionera. Me ha tocado una población que se llama López Arellano, cerquita de san Pedro Sula, con muy mala fama por aquí debido a la violencia de las maras, pero muy contento y animado de iniciar una nueva misión. Ahora estoy más hecho, por lo menos al clima, los mosquitos, etc… Lo de las maras es una realidad más con la que hay que vivir y que de nada sirve no querer verla o andar con miedo, eso sí, tendré más cuidado.
Todo en la misión va según lo proyectado. Vamos aprendiendo de errores y compartimos todo para que el trabajo sea más fructifero y ágil.
Bueno amigos. Gracias por vuestra atención y oraciones.
Un abrazo fuerte desde Honduras.
P. Domingo Sánchez
CARTA 24
Llevo por estas tierras de nuestra bendita Honduras, casi dos semanas, recorriendo aldeas y comunidades. Me encuentro cansado y feliz, supongo que como el resto de los misioneros venidos de fuera. Cansado por todo el trabajo que la parroquia está desarrollando. Desde las cinco de la madrugada, antes de que canten los gallos, tenemos tarea, hasta las diez de la noche; de sol a sol, y unas horas más.
Pero estoy feliz y admirado ante la maravillosa labor que están llevando a cabo los misioneros laicos de este sector de la parroquia. Tal vez nuestros lectores piensen que exagero los datos, pero no es así. Tenemos cuatro misioneros laicos a tiempo completo, treinta y ocho a medio tiempo y cerca de cien animadores, que se ocupan de mantener las casi setenta Comunidades Eclesiales que todas las noches se reúnen en los hogares para hablar de la vida y de la fe. Ocho «templos» donde, de madrugada, se celebra la Palabra, veinte centros de misión para los sermones misionales…Y todas estas cifras hay que multiplicarlas por cuatro para que se den una ligera idea de la actividad misionera que se está desarrollando en esta parroquia. Lean, por favor el testimonio de este joven matrimonio misionero, que no tiene desperdicio:
«El participar en la misión, como familia misionera, es un privilegio enorme. El saber que Jesucristo nos necesita para que llevemos su mensaje a los pobres y marginados, una gracia del cielo. Y sentirnos misioneros de la Iglesia un orgullo. Además de hacerlo como pareja, lo hacemos como familia, pues el trabajo misionero nos compromete ante nuestros hijos. Así les educamos en la fe y en la misión…»
Yo me encuentro feliz y me dejo sorprender por todo lo que me rodea y por los testimonios de generosidad de muchas personas como estas. Me encuentro bien entre todos estos «bienaventurados» de los que habla el Evangelio. Os cuento otra anécdota algo entrañable. Conocí a una señorina que se llama María. Digo señorina porque es diminuta. Y está tostada por el sol y curtida por mil trabajos. Yo la creía bien formada porque estaba en el grupo de misioneros laicos y resulta que no sabe leer. Me sentí avergonzado de que ella se sintiese en ridículo, pero no:
– No se prerocupe, padre, me dijo. No no sé leer, pero acompaño. Quiero aprender para poder escribir mi nombre y leer la Palabra de Dios. Mi hija me está enseñando, pero tiene tan poco tiempo…
Después me enteré que se levanta a las tres de la madrugada para hacer tortillas y baleadas, que vende, en una caseta de la escuela. Luego se va «de misionera» a una de las aldeas, que está como a una hora de camino. Por la tarde, vuelve, sin pasar por su casa, a la escuela para seguir vendiendo caramelos y chucherías. Y por la noche participan en los actos de la misión, en el sector de la parroquia donde estoy yo. Siempre sonríe y apenas habla, solamente cuando yo le «tiro de la lengua». Tampoco se queja, aunque yo sé que siene sobrados motivos para hacerlo. Su otra hija se esfumó de la noche a la mañana dejándola en la calle con dos nietos de regalo. Pero lejos de desesperarse, se armó de valor y está ganando la batalla de la vida, sólo con su esfuerzo y la ayuda del cielo. Dice que no necesita mucho, que con su casa, que se reduce a un cuartito alquilado de unos veinte metros cuadrados,su trabajito, sus nietos y su Dios es muy feliz. Yo me lo creo porque ella lo dice, pero no lo deseo para mí…
Ya véis, qué panorama y qué ejemplo de fortaleza la de esta mujeruca. Así es que se me van la ganas de quejarme por tonterías. De lo único que me quejo es del trasero, pues el caballo que me pusieron para ir a la aldea más perdida en la montaña estaba más flaco que Rocinante y se me clavaron los huesos.
Ciertamente podemos decir que la Palabra de Dios se está sembrando, de manera sobreabundante en todos los barrios, hogares y aldeas. Y podemos asegurar que los protagonistas son los laicos. Estamos haciendo realidad el pensamiento de Juan Pablo II cuando en uno de su muchos viajes a América Latina hablaba de la «Nueva Evangelización»: nueva por su estilo, sus métodos y el ardor de sus misioneros. Verán ustedes: el hogar es el punto de encuentro de los creyentes; el barrio el lugar de celebración de la fe; la cruz de madera, el único distintivo de los misionero; el equipo parroquial el más implicado en la misión; el entusiasmo y la alegría, la estrategia a seguir; el objetivo, que toda la parroquia sea misionera; la meta final, la conversión al Evangelio.
También estoy sorprendido por la participación de los jóvenes en la primera semana, y esto hasta el punto de tener que habilitar veinte centros para llevar a cabo la misión con ellos.
Envió esta crónica de misión desde la Parroquia San Ramón Nonato de Villanueva.
Un abrazo en Cristo Redentor.
P. Arsenio Diez
CARTA 25
El recuerdo-oración de aquí para ahí ha sido frecuente; y lo mismo es cierto que de ahí hacia aquí ha sido correspondido en cantidad y calidad. Bendito sea el Señor que nos mantiene unidos en el anuncio y consolidación de su Reino según el carisma de San Alfonso de Ligorio.
Recordad estos nombres bonitos de pueblos y aldeas mientras dedicáis unos minutos a leer la presente: Río Lindo-Cañaveral-EL Edên-La Salud-Sanbuena-El Jaral-Buena Vista-Los Naranjos….y os podréis hacer una idea del maravilloso paisaje que contemplo todos los días; parece encontrarse tal como el Creador lo hizo en el principio. Rodeado de altas montañas en cuyas faldas pastan alegremente las vacas y en las que los dueños cultivan trabajosamente el café que es muy estimado para la exportación. Maderas nobles como cedro y cahoba que sus poropietarios tratan de avitar la tala indiscriminada de los negociantes en muebles nobles. Y ahora que ha comenzado la época de lluvias (invierno la llaman aquí) pues la madre naturaleza está reverdecida y floreada, las diversas especies de pájaros en su quehacer de continuar la especie….y los humanos a contemplar tanta maravilla del Señor.
Esta buena gente es sencilla y acogedora: Ya lo hicieron nada más llegar con el recibimiento de banderines en manos de niños y mayores, serpentinas, cohetes y pancartas….y luego discursos de bienvenida por partte de las diversas comunidades…y la Eucaristía a continuación que se prolongó durante dos horas ya que participan cantando todas las estrofas y más si les acompaña una orquesta pedida «ad casum».
La Asambleas Familiares (Comunidades Eclesiales hay que llamarlas) han resultado satisfactorias; los temas les han interesado. Las treinta comunidades eclesiales han dicho de reunirse una vez por semana; todas ellas con bastante público y algunas eran «innumerables» que, con tan buena suerte, al día siguiente se duplicaron formando nuevos grupos. En las aldeas lejanas se nota la sencillez y pobreza de vida porque tuvieron que reunirse a la entrada de la casita y pudieron ser acompañados de la cabra, las gallinas y algún cerdito….y tan felices al caer el sol de la tarde porque no hay para ellos fluido eléctrico.
El calor se acentúa a veces por lo que hay que prevenirse de agua y refrescantes.
S siempre unidos en el Redentor y en la Madre del Socorro Perpetuo.
Muy affmo y s.s. en el Señor:
P. Félix Gutiérrez i
CARTA 26
Estoy en la parroquia de Pimienta, dedicada a la Virgen del Tránsito y presidida por una imagen de la Asunción, traída desde España.
Las viviendas están muy esparcidas por campos, cerros, valles, bordes de barrancos, etc. Se divide en cuatro núcleos de población, aún más distantes entre sí: El Centro, donde está el templo parroquial; el barrio de Suyapa, donde están construyendo un pequeño templo, celebramos en el patio de una vivienda; el barrio de Buena Vista, donde hay una galera al aire libre donde nos reunimos, necesitan unos 10.000 euros para convertirla en templo; y el barrio alejado de La Venta; aquí también hay una pequeña galera. El Señor Alcalde de todo el municipio, en cuya casa recibo el alimento, les ha prometido encementar el suelo e inaugurar el alumbrado antes de finalizar la misión. Lo financia el gobierno japonés.
Me he repartido para atender las comunidades eclesiales de estos cuatro lugares. En el centro había 32, en Suyapa 13, en Buena Vidsta 12, y en La Venta 2. A pesar de mis caminatas no he conseguido visitarlas a todas, al menos una vez, en los cinco días.
Cada núcleo tiene dos o más delegados que se han encargado de buscarlas, ponerlas en marcha y visitarlas. El papel de animadores correspondía a tres o cuatro personas que actuaban conjuntamente en cuatro o cinco comunidades.
En general han acudido mujeres con niños de la mano, en brazos y en el seno. No he visto ni un solo cochecito en estas poblaciones. Se comprende, no rodarían. Los bébés sienten, además bien sentido el calor de la mamá.
La acelebración de las comunidades eclesiales, todas en el templo parroquial, menos La Venta, debido a la distaqncia, fue apoteósica. Abundaban los símbolos piadosos y las pancartas. Para que no se eternizara procuré que se presentasen por grupos de animadores. Todos muy felices: lindoi, lindo, según ellos.
Anécdota: En la preparación del tema con los animadores, cuando ya tenía confianza con ellos, les provoqué, al hablar de la Crucifixión del Señor, diciendo: Los romanos llevaron el oro de España y los españoles de Honduras. Se armó gran alboroto. Se rieron cuando les dije que habían sido sus abuelos, no los míos. Pero una anciana, muy seriecita, dijo: Sí, Padre, pero los españoles nos trajeron la Fe que vale más que todo el oro del mundo·. El público aisintió con respeto.
Realidades: Los habitantes de esta porblación se reparten en indiferentes =un buen número=, católicos, y diciniueve sectas con sus respectivasa iglesias. Cada cual más insidiosa. Dos hechos: En una les dicen que no vengan a la Iglesia Católica porque se arañan la cara como los gatos = aluden a santiguarse. El pastor dijo en otra: Dios me reveló que mañana debéis venir a trabajar en mi huerto. Y así lo hicieron.
Los niños, muchísimos, en vez de pedir chuches o gominolas piden 3 lempiras, cinco céntimos de euro, para comprar agua. Son muy cariñosos.
He visitadoa los enfermos. Causa tristeza angustisosa ver tanta miseria, miseria. No se dónde sacan tanta resignación y confianza en Dios.
Los Horarios: He comprobado que hay que contar con cuatro horarios. Así se lo digo a la gente: La hora del reloj, que posos tienen. La hora de Honduras, oscila media hora abajo. La hora antigua, que sigue la gente en general. La hora del gobierno que ha adelantado una hora.
Comienza la semana de predicación: POR LA MAÑANA UNA HORA DE ORACIÓN EN EL TEMPLO.
Otra hora de oración en el barrio de Buena Vista. Bendito sea Dios que vienen a traerme y buscarme en un busito. Qué busito, como los del desguace; pero corre.
En este barrio me encantó «orar con los ojos» al aire libre: arboles, pájaros y pasó por medio un rebaño de vacas.
Contemplé cómo descendía de un cerro, por una senda de guijarros, un matrimonio joven. El traía la guitarra, una silla para el misionero y un cipote (niño), ella un coipote de la mano y otro en el vientre.
Nos juntamos 25 personas sin contar los niños que rodaban por el suelo, los que estaban en brazos, los que mamaban y los que venían en el vientre de la mamá.
La participación muy activa y sentida, pidiendo perdón, dando gracias, solicitando ayuda, alabando y sin necesidad de hacer eco.
Por la tarde tendré la Eucaristía con el pregón en tres lugares: Suyapa, Buena Vista y Tempo Parroquial. En La Venta sólo los Domimngos.
En estois estos días han estado quietos los mareros. El miedo sigue.
Saludos.
Un abrazo.
P. Benigno Colinas