Fiesta del Bautismo del Señor: BAUTIZADOS, LLAMADOS, SAGRADOS.

 

Recordar el bautismo de Jesús no es ya mirar a Jesús niño, sino al adulto que comienza su vida pública y su actividad pública. Es casi, lo que podríamos llamar, “su presentación en sociedad”. Y sorprende que haya querido tener el Mesías, el Hijo de Dios, el enviado del Dios Altísimo todopoderoso… una presentación en sociedad tan poco glamurosa. No había palacios, ni altas clases sociales (más bien todo lo contrario, lo peor de la sociedad se reunía allí en torno a Juan) ni fiestas, ni galas. Los textos son claros: “cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado”. Como uno más en la fila. No fue el primero. Tampoco el último. Era uno de los de en medio. No quería llamar la atención.

Es curiosa esta vulgaridad ramplona y mediocre de Jesús que contrasta bien con la obsesión de nuestra época por distinguirse y ser especiales… por destacar. Hay que brillar, hay que sobresalir, estar más cualificado que los demás, destacar por tu físico o por tu belleza o por tu fuerza… y mientras Jesús poniéndose en medio de la fila, pidiendo la vez como el que llega a la pescadería a comprar.

Cabe una segunda interpretación de este hecho. Cabe pensar que Jesús (como dice Lucas 2, 52: “crecía en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres”). Y si crecía humanamente. También su (auto)conciencia, de quién era él y de su misión, lo hacía. Con lo cual Jesús iba descubriéndose poco a poco no solo como un hombre más, sino como el Hijo de Dios encarnado y llamado a dar la vida por su Pueblo, por cumplir la voluntad del Padre. Este tema de la conciencia de Jesús que, como auténtico humano, también creció y tuvo que aprender y descubrir cosas, lo estudian y profundizan bien los teólogos especialistas en Cristología.

Jesús madura también, descubre su identidad y su vocación que van profundamente unidas. Como en nuestra vida. ¿quién soy? ¿Qué estoy llamado a ser? Jesús lo descubre escuchando la Palabra de su Padre: “No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará”. Y oía a su Abba que le decía: “vas a ser fuerte hijo mío, pero no violento”. Y seguía escuchando a Isaías que le daba claves para su misión: «Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».

Es bueno que tú también, querido creyente bautizado te preguntes “Y yo, ¿quién soy? ¿Qué estoy llamado por Dios a ser en el mundo? ¿Soy consciente de que tengo una misión? ¿Me doy cuenta de que también yo he recibido el Espíritu Santo y el fuego de Dios? ¿He dejado actuar y he liberado la potencia de todos los talentos que Dios ha sembrado en mi vida? ¿O quizás tengo como nos suele pasar en nuestros “teléfonos inteligentes” muchas aplicaciones instaladas sin abrir nunca y sin usar? Y tristemente estoy convencido de que muchos cristianos tienen su bautismo casi casi sin estrenar. Alguna vez rezan, van a misa y poco más. Dios te ha llenado de dones y potencialidades, en el Bautismo se te ha consagrado sacerdote, profeta y rey. Se te ha dado el sello del Espíritu con sus dones y carismas. Se te ha dado la unción de aquel mismo Espíritu que creó el mundo y que genera la vida. El bálsamo que cura las heridas del alma. El amor vivo de Dios que todo lo puede. Está ya en ti. Imagina tu potencial si le dejas actuar. Si estás en comunión con esta fuente de energía que Dios ha puesto en ti. Brillarías demasiado…y sin esforzarte, porque lo haría Dios.

El Bautismo nos invita a retomar esta conciencia viva de ser seres consagrados por su Espíritu. Seres sagrados. Llevamos su marca imborrable. Ahora solo falta tomar conciencia viva de ello. Y dejarle actuar en nuestra vida. Aprender a ser movidos y empujados por él. El mismo aprendizaje que Jesús tuvo que hacer. Si tienes dudas, pídele a Jesús que te enseñe. O a tu cura más cercano.

Víctor Chacón, CSsR