«La Gata Manoli»

Corría ya bien entrado el otoño del 2001, cuando el equipo misionero se hizo presente en Adra, que está para más señas, en Almería. La misión no fue fácil, pues los invernaderos pesan más que la propuesta del evangelio. Como digo, la misión no fue fácil pero aún así, la parroquia, se convirtió en parroquia misionera y en los barrios y en los hogares se hizo presente el Señor Jesucristo…

Bueno, y todo este preámbulo, para contarles de una historia , de lo más chusca y peregrina. Lean, lean.

Pues sucedió, no ha muchos meses, que el palacio de Buckinghan, fue de la noche a la mañana, invadido por los ratones, lo cual causó un terrible estupor y malestar en todo el Reino Unido. «Ratones en la cocina de la reina Isabel» decía el titular de prensa. Y a continuación daba una breve explicación: «Unos ratones se han instalado en la cocina del palacio, convirtiéndose en el último quebradero de cabeza de la reina Isabel II de Inglaterra. Se trata de un número pequeño de roedores, pues sólo se han visto tres ratones, pero la Reina no acaba de creer que la cocina más selecta de Inglaterra esté infectada de ratones. Los fumigadores intentan resolver el problema a toda costa…».

Bien, pues aquí es donde entra en escena el protagonista de nuestra historia, que no es «la gata Manoli», sino su dueño: José Antonio Martín Rodríguez, con domicilio en la carrera Natalio Rivas, de Adra. Don José lleva, desde hace décadas, el archivo de la parroquia de la Inmaculada Concepción. Es un hombre trabajador y a la vez simpático y dicharachero. Pero sólo se ríe por dentro, aunque los chistes sean de lo mas gracioso. Muy amablemente comienza a contarme cómo organizó el archivo parroquial, pero yo le corto por lo sano y le digo que me interesa más lo de «la gata Manoli». Él, arquea una ceja como extrañado de que haya llegado a mis oídos la fama de su gata y de la incultura del misionero que prefiere una historieta jocosa a la seriedad de los archivos parroquiales. Y ni corto ni perezoso, me muestra la carta que, por motivos altruistas y sin ánimo de lucro dirigió a la Reina de Inglaterra, para poner fin a su desolación y posible ridículo de la corona inglesa ante la opinión pública internacional. Se la presento tan como fue redactada el 14 de Mayo del año de gracia del año 2001:

A su Majestad la Reina Isabel II
Palacio de Buckihghan
Londres

«Habiendo tenido conocimiento por la prensa de la intrusión de unos ratones en su real cocina, me apresuro a escribirle para ofrecerle, desinteresadamente, los eficaces servicios de mi gata Manoli, con la seguridad, de que su angustioso problema, tendrá rápida solución.

Esta gata, además de ser una ejemplar madre de familia, como podrá constatar en la fotografía que acompaño, une a su experiencia cinegética, su bondad de trato y su constancia en el trabajo. Gata circunspecta, no da un maullido más alto que otro y sabe mantener con dignidad el estatus que ocupa, cualidades todas ellas que la acreditan para una misión de tal envergadura como ésta.

Deseo dejar bien claro, que ni mi gata ni yo, cobraríamos nada por el trabajo, si bien, todos los gastos de viaje, traslados y papeleo, correrían a cargo de su Real Casa.

Sigo creyendo que el mejor remedio contra los ratones es un gato. Si fumigan la cocina, los garbanzos, alcachofas y utensilios de cocina van a tomar «rejumbre», cosa que afectaría muy negativamente a la imagen de la Corona.

Tres ratones son poco problema para Manoli y juro por mis antepasados, que en menos de una semana, mi gata dará por finalizada su misión. Reitero mis respetos y besos sus reales pies.

FD. José A. Martín

La historia me causó mucha gracia y la recogí para los visitantes de la web, pero ahora no sé como sacarles partido. El evangelio sí que habla de generosidad y de servicio a los necesitados, cosa que Don José Antonio cumple con creces dentro de su parroquia.

Sin embargo, en el Evangelio no he encontrado ningún texto que hable de gatos y ratones y mucho menos de la Reina de Inglaterra. Sólo se me ocurre pensar que Jesús, que siempre estaba cerca de la gente sencilla se hubiese reído mucho con este singular relato. Y también se me ocurre mencionar aquel refrán, que es patrimonio de la humanidad, como los mismos felinos: “Gato con guantes no caza ratones”. Claro que bien mirado no deja de ser una tontería, pues no resulta un final airoso para esta historieta. Mejor este otro que acabo de inventarme: “Un gato triste es un triste gato”, que también es una tontería pero que da pie para insistir en la necesidad de vivir una fe alegre y divertida, pues la mayor parte de las veces, los cristianos vivimos una fe seria y aburrida. Vivimos un cristianismo dolorido y sin humor. ¡Qué fallo! Seguro que los cristianos, como cualquier mortal, nos moriremos de infarto, de accidente o de tristeza, pero no de risa. ¡Otro gran fallo! Y sin embargo la risa es signo de buena salud espiritual. Morirse de alegría y de risa debe ser maravilloso y los que rodean al moribundo no sufrirían tanto. Y todo desde la certeza de que Dios nos recibirá con una amplia y comprensiva sonrisa de Padre misericordioso.

El señor José Antonio ha conseguido darme una lección en este sentido: es capaz de reírse de su sombra, de sacar chispa la las cosas de la vida y de trabajar como el que más por el Reino de los cielos. ¡Así me gustan a mí los cristianos! Que el Señor nos conceda la dicha de disfrutar de una fe alegre y nos de buen humor en la contrariedad. ¡Pero en esta tierra, Señor, ya en esta tierra!

P. Arsenio, CSsR