Curso de Voluntariado Redentorista ONG – Asociación para la Solidaridad

Como cada inicio de fin de semana, me encontraba haciendo mi maleta. Normalmente la hago para ir a Granada y ver a mi gente entre la que está mi grupo de confirmación, pero esta vez la estaba haciendo para asistir en Madrid al curso de voluntariado.

He de decir que, en mi caso, me cuesta expresar con palabras las ganas que tengo de vivir todo esto, las ganas de ofrecerme y las ganas de aportar todo lo que pueda así que, para que os hagáis una idea, en tamaño, mis ganas son inversamente proporcionales al tiempo que llevo en los “reden”, por tanto si os digo que soy novato, resulta que son TREMENDAS.

Digo esto, porque podríais pensar que no soy objetivo al decir lo que tengo que decir, pero es todo lo contrario, ya que con esa maleta hecha y montado en el autobús rumbo a Madrid, mis expectativas eran tan grandes que, en todo caso, sólo podría ser exigente.

Llegamos a las puertas de la parroquia en Madrid a eso de las diez de la noche del viernes con mucho frío en la calle. Al entrar, fue como llegar a tu casa al recibir el calor, tanto físico de la parroquia, como de la gente que nos recibió muy bien.

A la mañana siguiente, Álvaro Méndez fue el primer ponente y nos habló sobre el nuevo orden internacional. Creo que hablo por mí y por los demás asistentes al decir que nos encantó. La hora y media que duró su exposición nos tuvo encandilados y no se oía ni una mosca para ver qué es lo siguiente que nos tenía que decir este fantástico periodista y profesor.

Me pareció la manera perfecta de empezar el curso, ya que nos dio una lectura y una visión magistral de cómo está, tanto política como económicamente, distribuido el mundo, a la vez que nos ilustraba acerca de la formación y sentido que tienen organismos como la ONU.

Escuchándolo, no podía evitar recordar el juego del Monopoly, en el que todos sabemos que en el momento en que ya están distribuidas las calles y puestas las casas y hoteles, los ricos serán más ricos y los pobres serán más pobres hasta que termine el juego. Mucho tiene que jugarse y mucho tiene que favorecer la probabilidad del dado, para que los menos favorecidos en la distribución, puedan ganar.

Después de cada conferencia se hacía una pausa para tomar algo (café, zumo, galletas…) y aprovechar para comentar la ponencia con los demás. En esa primera pausa mi pensamiento fue claro: “Qué contento estoy de haber venido”.

La siguiente charla corrió a cargo de Irene Bernal, que nos habló de la Cooperación al Desarrollo y la Ayuda Humanitaria. El discurso de Irene fue básico para que pudiésemos entender qué hacíamos allí y qué sentido tiene todo esto de la cooperación.

Puede que fuese una de las charlas en las que más aprendí ya que, además de enseñarnos teóricamente aspectos relacionados con el mundo de la cooperación, nos ofreció también a través de la larga experiencia que tiene en cooperación, una visión muy práctica acerca de la situación de las ONGs en España y de cómo, a pesar de tener la voluntad firme de ayudar a los que requieren esa ayuda, ha de hacerse con cabeza y habiendo estudiado bien el problema y las causas que lo producen, ya que como ella muy bien dijo: “No se trata de ir tapando agujeros a modo de parches, se trata de identificar qué es lo que produce esos agujeros para ponerle fin”.

Respecto a esto último nos puso algunos ejemplos reales para que viésemos cómo el envío de ayudas humanitarias que no se estudiaron debidamente llegó, no solo a no tener efectos beneficiosos, sino a tener consecuencias negativas y contrarias a lo deseado.

Llegado el medio día, nos bajamos al comedor a compartir impresiones, puntos de vista y pensamientos, mientras comíamos.

Las charlas de la tarde fueron impartidas por los voluntarios de Asociación para la Solidaridad. Me pareció un acierto ya que después de habernos introducido por la mañana en la materia, ahora tocaba escuchar de primera mano a los voluntarios.
Comenzaron hablando dos hermanos, MariRo y Chema, de su experiencia el pasado verano en Perú quienes, para introducirnos mejor en el ambiente, nos trajeron un maíz que comen allí en Perú y que era, os lo aseguro, ¡adictivo!. Tuvimos una conexión sorpresa en directo con Belice, donde está Antonio Puerto, redentorista. Hicimos una dinámica de grupo de la mano de Noelia, que además de ser divertida y amena, nos sirvió para hacernos ver qué fácil lo tenemos con nuestras tecnologías a la hora de conocer lo que queramos de otros países si nos interesamos un poquito.

Dolo y Alfonso nos contaron también las realidades de países como Honduras, declarado el país más peligroso del mundo, donde al parecer, te disparan antes de preguntar. En este tipo de países hay mucho por hacer y te sobrecogía el amor que demostraba Dolo por Honduras, cuando nos contaba cosas de lo vivido allí.

De Costa de Marfil (Miguel, redentorista) aprendimos lo importante que puede llegar a ser y lo que puede cambiar el rumbo de vida de la gente, el hecho de que un grupo de personas se preocupe por la educación de una comunidad.

Es, gracias a los testimonios de estos valientes que nos traen de primera mano sus vivencias, cuando realmente te introduces y empiezas a ser consciente de qué es la cooperación, por qué es necesaria y comienzas a pensar cuál es tu papel allí.

Habiendo terminado las conferencias de la tarde, nos quedamos allí hablando unos cuantos con Dolo y con Miguel, porque seguíamos preguntándoles cosas y ellos nos contestaban a todo, encantados de poder hacerlo. Se les veía pasión al transmitir sus vivencias y la verdad es que eso nos enganchaba.

Era sábado por la tarde y estabas entre la gente que, a estas alturas y con lo poco que llevas allí, ya estás haciendo tuya, escuchando sus experiencias, sus historias y sus anécdotas (buenas y malas). ¿Se puede estar más a gusto? Difícilmente…
A la mañana siguiente, abrió la jornada Sor Lucía Caram, de quien muchos de vosotros, ya habréis oído hablar.
Yo siempre me defino como una persona optimista (realista-contento) y siempre intento buscar el lado positivo de las cosas así que, de esta mujer, me llevé mi particular visión que no fue otra que la de pensar que si tenemos la capacidad de realizar un cambio en una situación de desigualdad, entonces tenemos la responsabilidad de intentar llevarlo a cabo.

Como cierre a las jornadas nos habló Rosana Hernández acerca del voluntariado en tiempos de indignación. Lo primero que nos dijo fue: “Yo misma, he tenido que volver a plantearme qué es el voluntariado para poder daros esta charla” haciendo referencia a que el mundo de la cooperación es un entorno cambiante, al que tenemos que adaptarnos y estar preparados.

Puede pasarnos que viajemos con nuestras ideas preconcebidas bajo el punto de vista que nos da nuestra vida en los “primeros países” y cuando lleguemos a nuestro destino, desaparezca la tierra bajo nuestros pies, al darnos cuenta de que lo que nosotros habíamos asimilado como el concepto arriba, allí es abajo y viceversa, por lo que es fundamental estar preparados para ello.

Después de este fin de semana de teorías y testimonios, puedo decir que he aprendido a ver de otra manera el voluntariado.

Ahora entiendo que el voluntariado es un camino, no algo puntual. Un camino difícil para el que debemos estar bien preparados y en el que debemos ser conscientes de lo que nos podemos ir encontrando. No es un camino de imposición, sino de observación. Teniendo claro esto, podremos andarlo siendo conscientes de nuestra responsabilidad, podremos aprender los lenguajes y costumbres de los demás para encontrar la mejor manera de ser actores de un cambio que permanezca y sea positivo, en lugar de ir tapando agujeros.

Gracias a todos los que han tenido algo que ver con la organización del curso, porque me llevo lo aprendido y me llevo la gente que he conocido, merece mucho la pena. ¡Nos vemos en marzo!.

Juanjo Rueda
(Febrero 2015)