MISIÓN EN LLUCMAJOR (MALLORCA)

Después de muchos años en la brecha misionera el Cesplam sigue haciendo frente a nuevos retos y realidades sociales y religiosas de España.

El Cesplam ha llevado adelante su primera misión, al menos de los tiempos modernos del equipo, en una parroquia de Mallorca. Se trata de la parroquia de Sant Miquel de Llucmajor. Uno de los pueblos históricos y más poblados de la isla. Cuenta con una población de 11.000 habitantes.

Los misioneros enviados fuimos los PP. Juan Antonio G. Terrón, Javier Recio, Juan Bautista Jáñez y yo. Ha sido una misión de encuentros cercanos y acogedores. El primero, nada más llegar, fue con D. Jaume Puigserver y sus hermanos de la comunidad franciscana de TOR. El segundo encuentro del día fue con la Virgen de Lluc, patrona de Mallorca. A ella y a la Virgen de Gracia cuyo hermoso santuario contempla y bendice desde una colina cercana, Llucmajor, encomendamos la misión. Sin duda las “dos Madres” han sido las mejores madrinas de la Santa Misión.

El origen de la misión en Llucmajor se remonta lejos en el tiempo, más de dos años, y ha sido posible gracias al interés y la perseverancia del rector de la parroquia D. Jaume.

El reto que se planteaba era serio. Bien conocidos y claros son los comentarios que todos hacen del pueblo de Llucmajor: “es un pueblo difícil, frío, reservado, poco practicante…” Expresiones como estas escuchamos en boca de personas muy variadas de Llucmajor y de fuera. Sin duda tenían razón, pero cuando el fuego se acerca a la pólvora…

Los primeros días, de contacto y preparación, fueron difíciles para todos: laicos, sacerdotes y misioneros. Pero una vez superados los primeros interrogantes… y confiando en la humildad y el buen hacer de los misioneros, fruto de su experiencia, la luz apareció y todo se fue viendo más claro.

Se formaron 39 asambleas familiares. El ambiente fue muy bueno y participativo. La primera semana culminó en el grande y hermoso templo parroquial con la celebración de “Asamblea de asambleas” presidida por D. Rafael Umbert, vicario diocesano de pastoral. Participaron más de 500 personas.

La segunda semana fue la semana del anuncio festivo y nítido gracias a la escucha de la Palabra , el uso de símbolos y la participación de todos.

Especialmente emotiva fue la última celebración de acción de gracias presidida por D. Lluc Riera, vicario general de la diócesis. Espectacular fue también el compartir de cocas y productos típicos que tuvo lugar en la calle.

El balance de la misión es positivo, aunque todos somos conscientes de las limitaciones de cualquier acción misionera en la sociedad actual. Nos ha resultado difícil implicar a las familias de mediana edad y jóvenes en general. La misión no termina sino que continúa. La parroquia se ha puesto en estado de misión, la semilla está sembrada y muchos retos misioneros permanecen para ser enfrentados.

Nos decía D. Jaume en la celebración final: “En la premisión me sentía como San Pedro cuando el Señor le pedía que echase las redes… ¡pero si no hemos pescado nada!… Así me encontraba ante el reto de la misión. Pero hemos echado las redes y claro que hemos pescado” Aunque nos hubiese gustado que las redes hubiesen llegado a romperse…

Agradecemos a los hermanos Franciscanos la acogida y atenciones que han tenido con los misioneros.

También agradecemos a Mons. Jesús Murgui Soriano, obispo de Mallorca, su interés en el proceso de la misión, hasta el punto de participar como uno más en una de las asambleas familiares.

Los misioneros hemos regresado satisfechos porque se han abierto corazones al Evangelio de Jesús; y puertas para el Cesplam en la islas Baleares.

Manuel Cabello. CSsR