UN SACO DE ARROZ

Queridos amigos de Icono:

Llevo unos días inquieto y nervioso por culpa de los jóvenes que han revolucionado la parroquia, con una idea peregrina y descabellada: han decidido suplantar a los Reyes Magos. Claro, también es una idea hermosa: “ningún niño sin un juguete por Navidad”.  Con este motivo han pedido juguetes a todos los asistentes a las misas de los domingos. Y más que una parroquia, ahora parece una juguetería. Han recogido, limpiado y clasificado, los juguetes nuevos o seminuevos, que ha traído los fieles. Ellos, a través de los Magos, los hagan llegar a los niños, cuyos padres carecen de recursos… La gente está muy motivada y feliz de poder colaborar con los jóvenes en esta “operación juguete”. El objetivo es conseguir juguetes para 300 niños, como el año pasado.

Yo aplaudo su idea, y mientras estos jóvenes, limpian y empaquetan juguetes, yo doy un salto de once mil kilómetros hasta Lima, pues quiero resolver una cuestión: ¿Qué regalo pedirá un niño peruano a los Reyes? Claro que no por todo los países pasan los reyes… Y de todos los mensajes que me han llegado, hago un “refrito” con sus peticiones e ilusiones no cumplidas. Fíjense en esta reseña:

  • Mi nombre es Pamela y deseo que Diosito nos siga cuidando y ayudando a través de ustedes. Estoy muy agradecida por todas las personas buenas que nos ayudan…
  • Soy Alesanka y pido que haya más paz en el mundo. Y una guitarra, aunque esté muy viejita, para aprender. Quisiera también que mi familia pase más tiempo conmigo…
  • Soy Leti. Este año he sido obediente y aplicada. Y me gustaría recibir una muñeca que cante y para mi hermanito un carrito lindo…
  • Mi nombre es Mila. Tengo 6 años y desearía un gatito de peluche. Y me gustaría tener un papá, porque mis amigos tienen un papá, pero yo no tengo. Mi deseo es que no haya niños que estén solos. Y que tengan un papá que no los abandone…
  • Soy Carlos y soy un niño muy feliz porque “conosco” a Dios y sé que me ama. Mi mamá me ha contado que ustedes nos ayudan y nos brindan comida. Muchas gracias. Que Dios multiplique las bendiciones para ustedes. Gracias por ser bendición para otros…

 

Pero la carta que me ha llegado al corazón es la de Renzo, ese de la foto con la taza de leche. Lo conocí hace años en uno de los comedores infantiles. Le encantaba comer. Pero tenía la mala costumbre de enseñarme la comida que almacenaba en la boca. Él se reía, pero yo maldecía sus asquerosas gracias: “lárgate de aquí, botijo”. La mamá de Renzo, Isabel, era jovencita y muy guapa. Pero llegaron los años tristes de la pandemia y se nos fue al cielo. Eso es: al cielo. Ahora Renzo y su hermanito Thiago viven con su abuelita Florencia de 85 años. Viven los tres en un cuartito; o mejor dicho sobreviven. La abuela tiene ese carrito ambulante azul que ven en la foto. Recorre las calles vendiendo lo que la gente, tal vez por lástima, quiere comprar.  No tiene muchas fuerzas la abuela, pero sí muchas arrugas, una gran sordera y los ojos “muy malitos”. Vive para sus nietos, que es la única razón para seguir viviendo. Ella cuida de sus nietos y sus nietos cuidan de ella. Ahí va la carta de Renzo.

 

Queridos Reyes. Yo soy Renzo. Tengo 14 años y es la primera vez que os escribo. Nunca he tenido regalos, pero he sido un niño muy feliz porque he tenido una mamá y un hermanito. Ya no tengo papá, porque él nos abandonó. Él es alcohólico y anda perdido por las calles…  Ahora echo de menos a mi mamá. Ella enfermó y se fue con Diosito. Pero tengo una abuelita que hace de mamá y cuida de nosotros. Se lama Florencia y trabaja en su negocio de ella. Tiene una carreta azul y recorre las calles vendiendo golosinas, chicles, galletas… Nos turnamos para acompañar a la abuela en su venta ambulante, porque es sorda y tampoco mira bien. Y sufre mucho porque a veces no nos llega para comer. Por eso, escribo, porque tal vez este año los Reyes, nos traigan un regalito. Y pido una cama y un colchón, porque mi hermanito ha crecido y no cabemos en la cama. Y pido salud para mi abuelita y un vestido porque sólo tiene uno muy viejito.  Y un saco de arroz, aunque sea pequeño. Yo les agradezco mucho. Dios les bendiga grandemente…

Yo termino este escrito, con el mensaje de voz que me llegó el Día de la Fiesta de la Inmaculada. Era Renzo, que con voz asustada decía:

“Padrecito, gracias por acordarse de mí. Yo no me acuerdo de usted. Pero me dicen que es buen padrecito. Por eso le he escrito una carta de Navidad, que habrá recibido. De repente le he pedido muchos regalos, pero me dicen que usted tiene muchos amigos que son muy buenos y que siempre nos ayudan. Diosito les bendecirá a ustedes con muchas bendiciones. Mi abuelita, mi hermanito y yo, todos los días rezaremos por usted y por sus amigos. Háganos pronto una visita, padrecito…”

Adiós, Renzo, adiós. Guardaré tu voz, en mi teléfono, y en mi corazón. Y con la colaboración de los “otros magos” de España, te haré llegar tu regalo de Navidad: un saco de arroz. Que la madre del P. Socorro, desde el cielo cuide de los tres.

Arsenio