“Cambiar y dejar para seguir y avanzar”. Domingo III del T.O. Domingo de la Palabra de Dios y de la Unidad de los cristianos.

 

“Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor”. La primera lectura nos hace espóiler del final feliz de la historia de Jonás, cuando él finalmente cumple su vocación, la misión que Dios le había encomendado, y sigue la llamada de Dios. Sin embargo, me parece que el momento más interesante de esta historia son Jonás 1 y 2. Los previos. La resistencia y miedos de Jonás tan humanos, tan cercanos a nosotros. Le dijo Dios “Jonás vete a Nínive, la gran ciudad, y predica allí la conversión”. Y él salió huyendo en dirección contraria, se subió a un barco y zarpó lejos de Nínive. Huyendo. Por miedo o por comodidad no lo sabemos bien, quizás hubo algo de ambas. Jonás no quiso complicarse la vida y no se sintió capaz, le parecía una misión dura y difícil. Creía que no iba a lograrlo… no se fiaba de Dios que, siempre que pide una misión capacita para ella con la fuerza de su Espíritu. Dios sostiene, capacita y empuja…cuando le dejamos hacerlo. Pero si nos dejamos llevar por nuestros miedos y bloqueos, cortamos la acción del Espíritu, desoímos su Palabra que quiere abrir horizontes nuevos en nuestra vida, y nos abocamos a ser tragados por cualquier ballena como Jonás, nos encarcelamos solos. Dios nos quiere libres y nosotros nos hacemos presos. Por miedo, por desconfianza o comodidad… no responder a la misión de Dios es retrasar la gloria y la historia de salvación que Él quiere abrir en nuestra vida. Pero tranquilos, Dios es paciente y misericordioso y tiene todo el tiempo del mundo, y toda la sabiduría. Lo intentará de otros modos como con Jonás.

“El momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran…”. ¿Qué quiere decir San Pablo con esto? Que no nos atemos al presente como si fuera una verdad o estado definitivo. Que cultivemos lo eterno en nosotros, lo definitivo. Frente a tanto “carpe diem” que está muy de moda en esta sociedad disfrutona y hedonista, Pablo nos dice… sí, sí, tú disfruta; pero vive los valores eternos, cuida lo definitivo: tu fe, tu unión con Dios, la paz de tu alma, las buenas obras que pide en ti el Señor…porque eso sí te va a salvar y llevará a una plenitud que no termina, lo otro es fugaz, transitorio.

“Vio a Simón y a Andrés, su hermano… Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. Simón y Andrés dejaron las redes…Santiago y Juan tuvieron que dejar a su padre -aquí no dice nada de las redes Marcos, aunque también eran pescadores- y lo siguieron. No se puede seguir a Jesús arrastrando cualquier cosa en mi vida. La vida nueva que Él trae, pide de nosotros, desaprender y soltar ciertas cosas. Ya sea mi viejo oficio, algunos entretenimientos que no me llevan a nada o dinámicas que en mi vida solo traen malestar y dolores de cabeza. ¿Cuáles son esas redes o personas que me convendría dejar a mí para seguir mejor a Jesús? Hagamos inventario. La Cuaresma vendrá pronto en nuestra ayuda, pero conviene ir preparando esto en nosotros. Cambiar y dejar para seguir y avanzar, para que Dios vaya haciendo su obra de plenitud y gracia en mí.

Víctor Chacón, CSsR