Domingo I de Cuaresma – CREADOS PARA LA VIDA

Dicen por ahí que la belleza está 50% en el paisaje u objeto contemplado, y 50% en los ojos que miran. Que nosotros tenemos gran parte en aquello que vemos. Nuestra mirada es siempre contextual, parcial, depende de muchas cosas… Esta idea nos hace responsables de nuestros juicios, nos compromete. Quien solo ve maldad en los demás… quien solo ve fealdad… pero, ¿y si viéramos lo bueno? ¿y si miráramos como Dios nos mira?

La Palabra de este domingo nos recuerda que somos frágiles, y que, desde el primer hombre (Adán) se reveló una voluntad frágil y torcida, que no siempre elige bien; pero que puede elegir bien y amar. Porque: “El Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo, e insufló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo”. Tenemos dentro el aliento, el Espíritu de Dios. Y eso nos hace capaces, muy capaces, de amar, de perdonar y de elegir bien. Tenemos su Amor dentro, sólo hay que escuchar y acoger.

Pablo a los romanos: “Lo mismo que por un solo delito resultó condena para todos, así también por un acto de justicia –el de Cristo- resultó justificación y vida para todos”. Dios ya nos ha perdonado y redimido, solo nos queda asumirlo, anunciarlo y vivirlo. Vivir como quien ya está reconciliado consigo mismo, con Dios y con los demás.

Mateo nos presenta hoy a un Cristo HUMANO, hombre, y por ello, también tentado. Pero un hombre maduro, de silencio y oración (¡y esto a veces nos falta tanto a los demás!). Jesús es tentado de: 1. No esforzarse (“convierte esas piedras en panes”), de tener una existencia cómoda y facilona, vivir para sí. 2. Creerse superior a los demás (“tírate abajo porque tu Padre mandará ángeles y te recogerán”). 3. Tener todo, tentado de caer en la avaricia, en ser poseído por las cosas (“todo esto te daré si te postras y me adoras”). Pero el silencio ayuda a la sabiduría y a escuchar la Palabra de Vida: “no solo de pan vive el hombre; no tentarás al Señor, tu Dios; y, al Señor tu Dios adorarás y solo a él darás culto”.

Facundo Cabral, poeta argentino, decía: “Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo por toda la eternidad, borra el pasado para no repetirlo y para que no te lastre. El poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas ‘no puedo’ ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos”. Vivamos reconciliados, guiados por el Espíritu que llevamos dentro y que nos hace iguales. No somos más que los demás, tampoco menos. Vivamos desde el amor de Dios, el silencio que sana y pacifica.

Víctor Chacón, CSsR