Domingo XII del Tiempo Ordinario: “Un Dios desproporcionado”.

 

A las personas nos gusta mucho clasificar y ordenar las cosas. Ver en todo cierta lógica o sistema. Preferimos la claridad y las cosas ordenadas. Dejaríamos de ir a comprar a una tienda que mezclase en el mismo estante: miel, antimosquitos y aceite de motor… Casi de manera inconsciente nuestro cerebro racional también separa y divide a las personas que nos rodean y rápidamente etiqueta: bueno o malo; simpático o antipático; justo o injusto; guapo o feo; pecador o santo; fiable o no… pero Dios se escapa a toda lógica y se resiste a toda proporción humana, esto nos recuerda San Pablo en su carta a los romanos:

“No hay proporción entre el delito y el don: la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos”. Dios tiene un amor desproporcionado, exagerado, fuera de toda lógica o razón. La gracia, el perdón y el amor de Dios superan con mucho al pecado y la debilidad humana. “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” dice él. Por eso desde la fe tiene poco sentido poner prioritariamente el foco en el pecado, la maldad o debilidad humanas… es un error de enfoque. Desde el Evangelio y la predicación de Jesús se ha de dar prioridad a la gracia con que Él nos salva, a su Luz, su Verdad, su Espíritu… la dinámica de Vida y autenticidad que Él libera en nosotros cuando nos abrimos a su acción salvadora… Cerrar y reducir el discurso de fe al “pecado y la maldad” es como mirar al dedo de aquel que está señalando a la luna. Cortedad de miras y error de enfoque. Y todavía se hace demasiado esto.

El salmo 68 expresa la gran confianza que estamos invitados a tener en Dios: “Señor, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia…”. “Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón”. Todo cambia cuando abrimos nuestra vida a la escucha de Dios y a sostener un diálogo con Él, desde la gracia, el perdón y la aceptación. Hace poco hablaba esto con un amigo sacerdote y me decía: “La gracia es Dios ofreciéndonos una forma de vivir que no dañe ni nos dañe. A Dios le mueve el amor. Y su lógica no es la del miedo al castigo sino la del amor. Él nos dice “convertíos porque sois YA muy amados”, ¡YA! y no nos dice: “convertíos para que os pueda amar”. OJO porque la diferencia es radical. ¿Predicamos a un Dios que nos ama y acepta YA? ¿o que exige nuestro cambio para amarnos? ¿Es un Dios Padre compasivo o un Dios padre controlador y opresor?”. Gracias Vicente por estas ideas luminosas que me hacen tanto bien.

Mateo nos acerca esta enseñanza de Jesús: “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma… ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Por eso, no tengáis miedo”. Persecución, poder de Dios (temor) y providencia son los temas que están detrás de este pasaje. La comunidad del Evangelio de Mateo (los destinatarios) eran una comunidad judía perseguida. La predicación de Jesús les podía costar la vida… ante eso recuerda el Evangelista: la llamada de Jesús a no tener miedo. Y recuerda también la fe en la Providencia de Dios. Dios está detrás de todo, sabe todo, conoce todo y a todos. A Dios no se le puede engañar… con lo cual si hay bondad en tu corazón, Él te premiará y hará justicia: ¡estamos en sus benditas Manos de Padre Bueno! ¿Dónde íbamos a estar mejor? Él nos cuida. Valemos más que los gorriones (en aquel tiempo eran “la carne de los pobres”). Ojalá vivamos y prediquemos pronto esta religión sana y sanante donde Dios nos valora (más que a los gorriones), nos sostiene, nos cuida… y nos da todos sus bienes, amándonos, aceptándonos y salvándonos ¡¡YA!! Y no en la vida futura y eterna. ¡¡Ya!! Solo desde esta conciencia de ser amados y no estar solos, daremos pasos a una existencia nueva y gozosa.

Víctor Chacón, CSsR