“Él está cerca, a la puerta”. (Dom. XXXIII)

 

El final del año litúrgico marca también la aparición de estos tintes apocalípticos que a unos incomodan y a otros despiertan. Esta última era su principal función como señala el profeta Daniel en su lectura: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán”. No son pocos los gurús espirituales que hablan de un “letargo vital”. Muchos caminan como dormidos, en “piloto automático”, se les pasan los días, las semanas, los meses, los años… y casi no son conscientes. Falta consciencia, sobra ansiedad. Falta serenidad y tiempos de silencio orante. Sobran listas de tareas, compromisos y objetivos. Falta autoconciencia y autopercepción, redescubrir que estamos habitados, que somos “un castillo habitado” como decía Santa Teresa de Ávila, no estamos huecos. Mal andamos los cristianos si no buscamos estos espacios de silencio, oración y conexión interna que nos despierten a la Vida verdadera.

Me sorprende Hebreos: “Cristo con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados”. Fijaos que lo dice en gerundio, en proceso, en camino. Él ya ha hecho la ofrenda total y única de su vida en la Cruz. Pero nosotros “vamos siendo santificados”, necesitamos un camino, un tiempo de maduración en el que apropiarnos, asimilar e integrar en nuestra vida su ofrenda única, su dinamismo de salvación. Que esté en gerundio es una advertencia muy clara a todos los impacientes: ¡tranquilos, solo cabe vivir en la confianza en el Señor y en sus tiempos! Paciencia hermano. Él sabe lo que hace.

Y por último Marcos: “Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda”. Una parábola de Jesús, un ejemplo del campo que también tiene sus ritmos, sus procesos, donde no todo es inmediato. Más importante que quedarnos con el fallo en el cálculo inminente del evangelista, es la perseverancia escatológica del cristiano. Marcos nos dice: Cristo viene a ti, a tu vida, está muy cerca: ¡espabila! Es tiempo de perseverar en las cosas buenas que aprendiste, de retomar cosas que nutrieron tu vida y te ayudaron a dar fruto en otros tiempos y que, quizás tienes ya abandonadas. Vuelve a tu ser y confía en Dios y en su Palabra que no pasará, que sobrevivirá a cielos y a tierra.

Víctor Chacón, CSsR