ÉL NO SE DESENTIENDE DE NOSOTROS, Fiesta de la Santísima Trinidad.

 

Creemos en Dios. Dios uno y único. Dios Trinidad, familia, comunidad. Misterio difícil para la razón, pero fácil para el corazón que cree. Tres personas, tres modos de amar: el Padre creando, el Hijo redimiendo y el Espíritu santificando. Tres modos de salvar, sanar y dar Vida en una única y misma fuerza de salvación.

El gran teólogo alemán Karl Rahner acuñó una famosa expresión: “la Trinidad económica es la Trinidad inmanente y a la inversa”. Traducido: la Trinidad económica es el Dios que nos salva a través del Hijo y el Espíritu. La Trinidad inmanente es el Dios que existe desde siempre y para siempre, incluso antes de existir el universo. Y él afirma que no son distintos: Dios, el todopoderoso, el que existe siempre, es el mismo que Jesús de Nazaret -Verbo encarnado del Padre- y el Espíritu Santo (amor de ambos) nos muestran. No hay dos dioses, ni tres. Son uno. No hay un Dios antes de Jesús y otro después. A través de Jesús conocemos a la misma, única y Santa Trinidad. El “Dios con nosotros”, el Emmanuel, Dios salvador, santificador, redentor… Aquel que nos acompaña desde siempre y para siempre. Que llena nuestros vacíos más recónditos y que está dispuesto a iluminar cada rincón de nuestra vida si le dejamos. Él es el que está a la puerta y llama -como dice Apocalipsis- el que desea venir y hacer su morada en nosotros.

Por eso San Pablo se atreve a decir: “Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos”. La fe en este Dios salvador, nos salva. La fe en el Misericordioso, nos reconcilia. La fe en el Dios sumamente Justo, nos justifica y santifica. Estamos en paz con Dios. Dios no pide de nosotros sacrificios animales, ni penitencias perversas, ni es un dios sediento de venganza por el mal pasado que cometimos. Él que es la Paz, nos la da, nos hace estar en Paz. Nos hace entrar en una dinámica nueva, la de su gracia. La de vivir con esta clave nueva en nuestras vidas.

Jesús, Maestro bueno, no pretende agotar toda la bondad y la salvación de Dios. Por eso sabe que no puede hacer todo Él solo, ni culminar la Obra de Dios solo: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena”. “No podemos cargar con ellas”, a veces somos un poco débiles o lentos para entender, por eso nos emplaza a la fuerza del Espíritu, a su sabiduría que nos seguirá ayudando. No pretendamos caminar solos o de espaldas al Espíritu, que ocurre con frecuencia. Vivamos con cautela, sin prisas, a la escucha de esta brisa suave con la que Dios sugiere, orienta, anima y acompaña a sus Hijos. Él no se desentiende de nosotros, no lo ha hecho nunca y no lo hará jamás. Su esencia es Amar y Salvar.

Víctor Chacón, CSsR