“Hemos contemplado su gloria”

Somos seres bendecidos. Efesios lo recuerda con insistencia y amplitud: “Bendito sea el Dios, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos”. En realidad la vida creyente está llamada a imitar la bendición del pan, la eucaristía que Jesús hace: “tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio” (Mt 26, ss). Contemplar la gloria de su vida como dice Juan evangelista es contemplar esta dinámica en la vida de Jesús. Su ser tomado o llamado como “el Hijo predilecto del Padre”, su ser bendecido por Dios en el Jordán y por el pueblo que lo aclama como Mesías y salvador de parte de Dios; su cuerpo y su vida partida en favor de los últimos y finalmente entregada a todos en la Cruz. Esta es la gloria que contemplamos los cristianos. Y esta es la gloria que estamos llamados a reflejar en la propia vida.

También nosotros somos llamados/tomados por Dios entre una multitud de hermanos, con una misión concreta desde el Evangelio. También nosotros estamos llamados a sentirnos bendecidos por Dios y a ser bendición para nuestros hermanos, y entre ellos partir y repartir nuestra vida. Sin esta dinámica que eucaristiza nuestra vida, la fe se reduce a palabras bonitas, pero con esta dinámica todo cobra un profundo sentido. Nos unimos a la vida de Cristo, hacia el Padre, en el Espíritu. Nos dejamos modelar y transformar por Él. Y Él puede avanzar su obra en nosotros, en nuestro mundo, haciéndolo cada vez más cercano a su reino. Hemos de orar más con estas palabras, hacerlas nuestras: tomados, bendecidos, rotos y repartidos como el Pan de la Eucaristía, como Cristo mismo. Esta es la gloria que contemplamos y la gloria de Dios es ver que esto se realiza en nosotros.

Víctor Chacón CSsR