LOS HIJOS DE LA VIRGEN

Siempre se nos ha dicho, que la Virgen sólo tuvo un hijo. Pero no es cierto, porque la Virgen tuvo y tiene muchísimos hijos repartidos por todos los países del mundo. Así se lo hizo saber Jesús a su madre, desde la cruz: “Madre, ahí tienes a tus hijos.” Y desde entonces, todos sus hijos la invocamos con el dulce de madre, con el dulce nombre de María. Así es que María, para sus hijos, de cualquier raza y condición, es virgen y Madre. Después, sus hijos, añadimos otros nombres, como Inmaculada, Perpetuo Socorro o Virgen del Carmen. Cualquiera de ellos le cae bien a la Virgen.

Esta historia que ahora les cuento es una historia de amor filial, que en este caso tiene como protagonista a la Virgen del Carmen. Es también una historia de amor solidario. Una historia que se inició unos años atrás en un pueblo de la montaña palentina, llamado Guardo, que fue el pueblo minero e industrial más importante de Palencia. Pero ahora, ya no es ni minero, ni industrial; y ya casi ni pueblo. También hubo en Guardo, mucha devoción a santa Bárbara, la de los truenos, pero ya sólo permanece en pie la devoción a la Virgen del Carmen, sostenida por las mujeres; madres y abuelas a la vez.

Pues verán, las responsables de la Cofradía del Carmen me hicieron una propuesta, que fue directa al corazón:

  • ¿Querría usted, en nombre de nuestra cofradía, decir el pregón de Semana Santa? Las otras cofradías siempre traen un catedrático de Madrid que habla muy bien sobre el pueblo, el carbón…, pero nosotras no tenemos a nadie… Sabemos que su madre era muy devota de la Virgen del Perpetuo Socorro y de la Virgen del Carmen… ¿Querría usted…?
  • Pues, ¡claro que sí!, contesté yo, con más corazón que cabeza. Aquí me tenéis a mí, que ni soy minero ni pregonero, pero sí misionero.

Total, que de la noche a la mañana me convertí en pregonero. No fue aquel, un pregón muy ortodoxo, pero sí un pregón lleno de pasión y amor a la Virgen. Y hablé a los congregados en templo, de la redención de Jesús y de cómo la pasión de Jesús se actualiza en el hombre de hoy. A la Virgen la despojé de sus coronas de oro, sus estrellas y demás adornos superfluos y sólo la dejé el manto. Porque el manto de la virgen del Carmen es imprescindible. Es un manto amplio y muy grande, para cobijar a sus millones de hijos repartidos por los cinco continentes. Con ese manto tan grande protege a todos sus hijos desnudos, hambrientos de pan, de justicia y de cultura…

Pero lo que verdaderamente importante y llamativo es la segunda parte de esta historia que, como dije, habla de amor solidario. Nos lo cuentan Henar y Mila, presidenta y tesorera de la cofradía. Son las que aparecen en la foto, vendiendo objetos religiosos el día de la fiesta.

  • Nuestra cofradía, dice Henar, es la más antigua y también la más numerosa del pueblo. Todas somos mujeres: abuelas y madres. Y estamos muy orgullosas de nuestra Virgen. Cuidamos durante todo el año de la imagen y de su ermita. Y nos preocupamos de visitar a los miembros de la cofradía, que es lo más importante.
  • Yo, interviene Mila, me ocupo de la economía. Cada cofrade colabora al año con cinco euros. Es una cuota ridícula, pero nos da para hacer muchísimas cosas. Hacemos cuatro partes: una es para el cuidado de la virgen; otra parte del dinero se la entregamos a Cáritas; otra para un misionero que está en Colombia y otra para que tú lo hagas llegar a los comedores infantiles en Perú. Ya ves que todo va para los “hijos de la Virgen” más necesitados. Así lo hacemos todos los años. No nos quedamos con nada. Esto es lo que desearía la Virgen, que sus hijos no pasen hambre.
  • ¡Uf, qué fuerte y qué maravilloso testimonio! No me imaginaba yo que con cinco euros se pudiese hacer tanto bien. Y todo esto ¿lo conocen y valoran vuestra “mujeres cofrades”?
  • Lo conocen, están de acuerdo y orgullosas de ello. Cuando tú nos mandas cartas, se las hacemos llegar y se sienten muy contentas. Así es como nuestra cofradía practica la solidaridad y la caridad. Creemos que ésta es la mejor manera de cumplir el evangelio y de amar a la Virgen.
  • Y ¿cómo os dio por meteros en esta cofradía?
  • Pues a todos nos viene de familia. La leche que yo mamé de niña debía ser leche de la Virgen, je, je… Mi casa está “llenita” de imágenes y estampas de la Virgen del Carmen.
  • Contadme algo gratificante.
  • Pues es bonita la fiesta que celebramos, el día del Carmen, en la explanada donde está la ermita. Se llena de fieles. Unos suben en coche, pero los más devotos subimos en procesión, de madrugada, cantando y rezando el rosario. Tenemos misa solemne, casetas donde se venden artesanía, música… Y la cofradía invita a todos a morcilla, “bollo preñao” y chocolate.. Y ¡a bailar!

Pues nos apuntamos a la verbena. Y terminamos cantando. El que sepa la música que cante más alto: “¡Salve, virgen del Carmen! ¡Somos tus hijos, Tú serás siempre nuestra tierna Madre!”

Arsenio