MISIÓN EN SANTO TOMÉ (JAÉN)

“SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO”

Así confesó su fe Sto. Tomás apóstol, cuando experimentó la resurrección de Jesucristo. Y de esta manera este pueblo jiennense del Alto Guadalquivir, Santo Tomé, intenta vivir, celebrar y transmitir su fe, hoy y a lo largo de todos los siglos.

De todos es sabido, que el santo amigo de Jesús, es quien dudó de la Resurrección de Jesús, al no encontrarse con los discípulos en el momento de tan importante aparición. Él necesitaba ver, tocar, sentir por él mismo lo vivido y anunciado por sus compañeros y amigos.

Escena entrañable la que después, Jesús desarrolla con Tomás, apodado el mellizo. Jesús se le aparece y le dice: “ Ven, trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”

Esta es la escena bíblica que preside nuestro templo parroquial, y la que habita en esta comunidad, que acaba de celebrar las Misiones Populares con los maravillosos Misioneros Redentoristas, Benigno y Manuel.

La Misiones Populares han sido una experiencia de Resurrección. Jesús se ha hecho presente en multitud de ocasiones, y nos ha hecho meter, no una mano, sino las dos, y de lleno, en sus llagas resucitadoras. Nos ha vuelto a recordar que no seamos incrédulos sino creyentes. Hemos podido anunciar la fe en nuestras casas, a nuestros vecinos, a los de cerca y a los de lejos, y lo que es mejor, poder sentir la alegría de la fe compartida, en lo más profundo de nuestro corazón, como nuestro patrón, y decir con él: “ Señor mio y Dios mio”.

Yo como párroco y muchos de las personas que formamos esta comunidad, mientras se iba desarrollando esta misión, decíamos: “ si no lo vemos no lo creemos”. Ha sido posible lo que para el hombre es imposible.

Ahora comienza la verdadera Misión, de seguir anunciando lo visto, oído y tocado con nuestras manos.

Agradecer la labor de estos padres redentoristas, que como aquellos discípulos, amigos de Jesús y de Tomás, nos han dicho, con innumerables y simpáticas historietas, con geniales símbolos, pero desde el corazón: “ Hemos visto al Señor” ; “ aquel a quien buscáis no está muerto, ha resucitado”.

La paz este también esté con ellos, allí donde se encuentren, desde este pueblo Santo. Esperamos ahora como comunidad seguir con el encargo que nos ha dejado Jesucristo.

Gracias, aquí tenéis vuestro pueblo y vuestra gente.

D. Bartolomé López Gutiérrez
Párroco de Santo Tomás Apóstol

 

“MISIÓN CON FLORES, LIBROS Y BESOS”

Con este título puede parecer que estoy hablando de Cataluña cuando el día de San Jorge el novio regala a la novia una rosa y ésta un libro. Claro, lo del beso se da por supuesto.

Hablo de Santo Tomé, un bonito pueblo, situado en la ribera del Guadalquivir y en la falda de la Sierra de Cazorla. Contemplado desde una colina parece un jarrón de flores, colocado sobre un mantel de pana gruesa. Son las hileras de los olivos que cubren toda la campiña.

En este pueblo acogedor y simpático he estado misionando en compañía del P. Manuel Cabello. Estas cualidades de los fieles, que resaltan, de un modo especial, en su párroco, D. Bartolomé, han contribuido a que la misión, según el método del equipo misionero Cesplam, además de fructífera, haya resultado gratificante. Buen augurio para el vecino pueblo de Peal de Becerro donde se misionará próximamente.

Resumo mis impresiones en tres apartados:

Las flores

El pueblo había florecido con motivo de Todos los Santos. El matrimonio, Poli y Vicenta, floristas de profesión, habían traído cestas y cestas de claveles de Colombia, a los que unieron las flores de su invernadero. Atrajeron mi atención las rosas que, excepción entre las rosas modernas, que se niegan a darnos su aroma, éstas exhalaban una agradable fragancia. Vicenta me descubrió el secreto: Ella las ayudaba con un perfume.

La flor es el testimonio inmortal del amor. Florecieron en una primavera de celebraciones, donde sobresalía la generosidad para con Dios y los hermanos. A los pies de la Virgen se depositaron besos y corazones, con lágrimas que, como en las bodas de Caná, Jesús convertía en vino.

Dios nos dotó con una lengua y dos oídos para indicarnos que debemos escuchar más que hablar. Los habitantes de Santo Tomé escucharon a los misioneros en el templo, a los vecinos en las casas, a los hijos en el hogar, escucharon a Dios en la oración, y hablaron de sus vivencias humanas y evangélicas.

Todos aprendimos la lección de las flores. No se abren, aunque se les grite, se les riña y se les golpee, se abren con el beso del sol que las calienta con cariño.

Los libros

Maruja traía una vela encendida para colocarla a las plantas de la Virgen de los Remedios, patrona de Santo Tomé. Le pregunté de dónde provenía el amor que profesaba a la Virgen. Me respondió:

• Del lugar de donde viene esta luz.
• Pero, la luz se marcha con la llama.
• Y, mi amor va acompañándola.

El compromiso de la misión es atizar el fuego para que levante llamas de luz, que alumbre a todos. Cuando la luz se debilita y a penas es percibida por los ojos, se la puede alimentar por medio de los oídos. Para esto sirve la predicación y la lectura. Así lo entendió Maruja y otras muchas mujeres que se suscribieron a la revista Icono. Ahora son los redactores del “Perpetuo Socorro” quienes continuarán la predicación misionera.

Los Besos

Durante la misión se desbordó la bondad y el amor que late en el corazón de los cristianos de Santo Tomé. Con su párroco por delante, se volcaron en manifestaciones de agradecimiento y cariño.

El amor tiene infinidad de iniciativas, recursos y gestos para exteriorizarse. Los misioneros somos los testigos agraciados con esa abundancia de dones: Apretones de manos, palmadas en el hombro, abrazos, besos y obsequios propios del lugar misionado: El aceite que sirve para ungir sacerdotes, profetas y reyes.

Cada uno nos mostró los sentimientos según su elegancia de espíritu. El coro parroquial lo hizo con música. Esta es la letra del canto:

A los queridos padres misioneros
les damos gracias de todo corazón
por su cariño y sus desvelos
hacia este pueblo con tanto amor.

Padre Manolo, Padre Benigno
que Dios les premie su gran fervor
Santo Tomé, que es nuestro pueblo,
les dice adiós o hasta luego.

Las asambleas de nuestros vecinos,
como también el coro parroquial
les deseamos mucha ventura
en su tarea tan misional.

A nuestro párroco Bartolomé
le damos gracias por este bien
al conseguir con tanto ardor,
un aire fresco de paz y amor.

P. Benigno Colinas. CSsR