Piezas que no encajan (Domingo de la Palabra de Dios III T.O.)

 

A veces tratamos de hacer conjunciones imposibles. Implicarnos en mil cosas y llevar una vida calmada. Tener hijos y querer silencio perpetuo en casa. “Ir de tolerante” y no aguantar a quien no piensa como yo… O mantener mis viejas inercias y vivir la fe del Evangelio. Imposibles. La pieza no encaja en este rompecabezas. No es de aquí. Ya nos alecciona el Evangelio: “Nadie usa un trozo de tela nueva para remendar un vestido viejo; porque lo nuevo añadido tira del vestido viejo, y la rotura se hace más grande. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres y se echan a perder odres y vino. A vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2, 21). Por eso Cristo, en su primera predicación llama a la conversión profunda del corazón. Al cambio interior que haga a las personas capaces de entrar en una lógica nueva, la del reino, la de Dios. Que nos aleje de viejas costumbres y vicios. De hábitos e inercias de muerte que no nos llevan a ningún lugar bueno.

“Convertíos y creed en el Evangelio”. Lo oiremos de nuevo el miércoles de ceniza. Lo necesitamos oír con frecuencia. Conviértete, cambia, revisa tu vida… no porque no seas lo suficientemente bueno o perfecto, sino porque te arrastran dinámicas que te esclavizan y no te dejan ser ni vivir la plenitud a la que Dios te llama. ¿Cómo se hace? A aquellos hombres curtidos por el mar y las olas Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Y ellos entendieron pronto y lo siguieron. Dios cuenta con lo que eres, no te va a pedir que hagas el funambulista, si toda tu vida has estado pescando. Sigue pescando. ¡Pero de un modo nuevo! Dios cambia, transforma, redirige, nuestras capacidades… Ahora les llama a “pescar hombres”. A atraer personas para la causa del reino. Tranquilo, tendrás al igual que los apóstoles un periodo de adaptación, de aprendizaje junto a Jesús. Para ir entendiendo y asumiendo en tu vida, poco a poco y paso a paso lo que Dios quiere de ti, el lugar que te tiene reservado. Las nuevas redes que te pide agarrar con fuerza.

Jonás vivió este radical y complicado proceso. “Ponte en marcha y ve a Nínive, la gran ciudad, allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré”. Jonás, el miedoso, el que huyó de Dios y se echó al mar, rechazando su misión (Jn 1). Por fin decide escuchar a Dios y asumir su tarea. Oír a ese Dios poderoso que le dice: afronta tus miedos, Jonás y fíate de mí.

Este proceso vital, radical, complicado, exigente… (y todos los calificativos que deseáis añadir) es nuestra fe. Involucra toda la vida, todas sus dimensiones, nada queda fuera de ella pues “en la vida y en la muerte somos del Señor” (Rm 14, 8). Este aprendizaje, este camino, no se hará sin humildad y sin paciencia, si no nos ponemos en sus manos y nos dejamos guiar, y dejamos de marcar el ritmo nosotros con tantos planes e ínfulas en la cabeza. Toca rezar cada día el salmo 24: “enséñame porque tú eres mi Dios y salvador”. Que yo me abra a tu novedad y proyecto, a tu Voluntad. Que te deje encajar mis piezas, integrarme. Y ayúdame a quitar las que no valen, las que no encajan, las que me hacen sufrir a mí y a ti.

Víctor Chacón, CSsR